Se acerca la hora de la verdad. Tras siete meses de esfuerzo continuo, de partidos de una tremenda exigencia y una tensión competitiva sin igual, llega el momento de alcanzar la gloria o, por contra, caer prácticamente en el anonimato. Y es que, haciendo alusión a una frase acuñada por muchos entrenadores del mundo del deporte, “la historia sólo se acuerda de los campeones”. Y para eso acuden Real Madrid y Barcelona Regal al O2 Arena de Londres, para conquistar y levantar el máximo trofeo continental, la Euroliga. Ahora bien, antes de eso deberán dirimir sus fuerzas en una apasionante semifinal, en un duelo fratricida entre los dos grandes de nuestro baloncesto, circunstancia que no se daba desde la Final Four disputada en el año 1996 en París. Fíjense cómo ha cambiado el panorama que quien hoy se sienta en el banquillo merengue, Pablo Laso, por aquel entonces era uno de los bases del equipo entrenado por Zeljko Obradovic.Social Media for Business here
Remontándonos 17 años atrás, el Real Madrid llegaba a aquella semifinal como vigente campeón, recién conquistada su octava Copa de Europa en la final de Zaragoza. El Barça, por su parte, era más novato en estas lides, puesto que en sus vitrinas aún no se encontraba el preciado trofeo continental. En esa tarde noche del 9 de abril, el quinteto titular de los blancos era el formado por Antúnez, Santos, Smith, Arlauckas y Savic, mientras que en el Barcelona de Aíto comenzaban aquel partido Galilea, Fernández, Karnisovas, Jiménez y Godfread. Como en cualquier tipo de enfrentamiento entre estos dos eternos rivales, más aún con lo que había en juego, la emoción llegó hasta los minutos finales. Un Madrid que dominó en el marcador durante buena parte del encuentro, pero que se vio superado en el tramo final por un Barça que se plantaba en la gran final (76-66).
Pero si el desenlace de la semifinal fue triste para el conjunto blanco, aún lo fue más para los azulgrana en el partido que dirimía el campeón del Viejo Continente. Los de Aíto se enfrentaban al gran favorito, un Olympiakos que en esos momentos disponía en sus filas de una de las grandes estrellas en la historia de la NBA, Dominique Wilkins. La empresa era francamente complicada, pero los barcelonistas no habían llegado ahí para ser meras comparsas, y así lo demostraron. En un partido fabuloso, el equipo español tuvo la victoria en sus manos, más concretamente en las de José Antonio Montero. Su bandeja, una de las más famosas de la historia del baloncesto europeo, fue taponada (ilegalmente) por Vrankovic sin que los colegiados pitaran nada al respecto. Algunos señalan esta jugada y este final de partido como uno de los grandes escándalos arbitrales en la historia del baloncesto europeo, pero el caso es que el triunfo cayó del lado griego (67-66) y la primera Copa de Europa para los culés tuvo que esperar siete años más, hasta 2003.
La venganza de Pablo Laso
Volviendo de nuevo al presente y al gran enfrentamiento Madrid-Barça en la segunda semifinal de la presente edición de la Euroliga, ésta puede ser la mejor manera de que el técnico del Real Madrid mate dos pájaros de un tiro. De una parte, vengar aquella dolorosa afrenta en París y, de otra, hacer lo propio con el actual Barcelona, verdugo de los blancos en los cuartos de final de la pasada edición de la Copa del Rey y que también supuso un enorme varapalo para las huestes merengues. Seguro que el vitoriano va a tener muy presente estos dos acontecimientos, uno por lo que significa en el plano personal, el otro por lo que pueda suponer en el aspecto profesional.
Queda claro que si ya de por sí un Clásico tiene todos los alicientes necesarios, elevarlo a unas semifinales de la Euroliga traspasa todas las dimensiones. Diecisiete años después, Madrid y Barça vuelven a verse las caras a tan sólo dos pasos de poderse coronar como dueños de Europa. El recuerdo de París estará, no sólo en la mente de Pablo Laso, sino en la de muchos aficionados de uno y otro equipo que esperan que la situación pueda cambiar con respecto a lo de 1996 (caso de los madridistas) o que el guión sea exactamente el mismo que en aquel mes de abril (caso de los culés).
El baloncesto español es el único que ha metido a dos de sus representantes en esta Final Four. Ahora sólo falta que nos brinden un bonito espectáculo el viernes y, claro está, el que salga victorioso también lo haga en la finalísima del domingo. Sería ponerle la mejor guinda al pastel.Social Media for Business here
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