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viernes, 10 de mayo de 2013

Remontada del Real Madrid hacia la gloria

Sergio Rodríguez y Felipe Reyes lideran un parcial de 22-6 para sellar el pase del Madrid a la final 18 años después (67-74)

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Dieciocho años después de su último entorchado, el Real Madrid volverá a luchar por sentarse de nuevo en el trono europeo, el lugar en el que estuvo durante décadas y que abandonó abruptamente en 1995. Lo hará frente al Olympiacos, el mismo conjunto al que derrotó en aquella final de Zaragoza que el domingo dejará de ser recordada como la última del conjunto blanco. [Narración y estadísticas]

Fue el Madrid el que llegó a la final, pero bien pudo hacer sido el Barcelona en un partido que tuvo mayor dosis de emoción que de calidad. Lo ganó el Madrid porque supo imponer su “locura” en seis minutos finales que ya son historia del club madridista. Seis minutos en los que se olvidó de los rigores tácticos y de las defensas. De los sistemas de juego. Seis minutos en los que sólo jugó el corazón y la ilusión, con los que remontaron nueve puntos de diferencia para convertir el O2 en un festival blanco.

Fueron las urgencias históricas las que atenazaron a los hombres de Laso en un inicio horrible del que el Barcelona supo sacar tajada. Nada funcionaba en el Real Madrid, espeso como nunca en el día más importante. Los lanzamientos eran forzadísimos, casi siempre con un hombre encima o sobre la bocina lo que dejó el acierto blanco en un paupérrimo 2 de 12 al final del primer cuarto.

Ante Tomic ya había avisado por entonces de su gran partido. El croata fue un dolor de cabeza para sus excompañeros, imparable en la zona y creando espacios para el resto del equipo. De su vigilancia se aprovechó también Navarro, fino al principio y desaparecido despuéss, y entre ambos elevaron la ventaja azulgrana hasta los siete puntos (18-11) antes del primer descanso.

Fue entonces cuando Laso miró al banquillo y vio la barba de Sergio Rodríguez. Ese arma mágica que el técnico suele guardar hasta el segundo cuarto y que sirve para que el Madrid rompa los partidos. En esta ocasión, lo que le tocó al canario fue arreglar el desastre en el que se encontraba su equipo.

Su irrupción en la pista rompió cualquier herencia con el pasado reciente y le quitó el peso de encima a sus compañeros. El base desplegó toda su magia por la pista, desarbolando el sistema defensivo de Xavi Pascual. Llull le acompañó con tres triples casi consecutivos que enjugaron la distancia en el marcador, pero no fue hasta la entrada en escena de Felipe Reyes cuando el panorama se volvió del todo irrespirable para el Barcelona.

Fueron los peores momentos para el equipo de Xavi Pascual, que si siguió con opciones tras el descanso fue porque Tomic mantuvo el tipo. Las bajas de Mickeal y Jawai —apenas jugó unos segundos— redujeron drásticamente la rotación azulgrana, aunque quizá lo que echó en falta el técnico fue una mayor aportación de alguno de los jugadores fundamentales en su equipo, como Lorbek o Wallace.

En uno de esos ataques de entrenador difícilmente comprensibles, Laso volvió a sacar el mismo cinco inicial tras el descanso y el Barcelona se hizo de nuevo el dueño del partido. Si en la primera parte fue Tomic el encargado de perforar el aro madridista, en el tercer cuarto le tocó el turno a Marcelinho Huertas. El brasileño anotó ocho puntos consecutivos para devolver la iniciativa a los azulgranas. Jasikevicius, al que no le tiembla la mano en este tipo de partidos, puso la guinda y dejó el partido casi sentenciado (61-52, min. 34). Laso pidió tiempo muerto, pero no hacía falta. La metamorfosis blanca no llegó por la pizarra, sino por el corazón. El que manejaron Sergio Rodríguez y Felipe Reyes, anotando 18 de los últimos 22 puntos de su equipo para sellar una remontada que les acerca a la gloria.

Ficha del partido



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