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miércoles, 13 de marzo de 2013

Un “pastor” en el vestuario del Real Madrid

Emilio V. Escudero - Liga Endesa
14 de marzo de 2013

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Casi coincidiendo con el momento en el que Jorge Mario Bergoglio era elegido Papa, el Real Madrid hacía oficial el fichaje de Tremmell Darden, alero que viene a sustituir al lesionado Pocius en el equipo de Pablo Laso.

La historia de Tremmell Darden comienza a escribirse lejos de Madrid y de Kaunas, últimas etapas de su vida, a las que llegaremos más adelante, pero para conocerle mejor hay que retroceder varios años atrás, cuando aún era un chaval.

Nacido a los pies del mítico Fórum de los Lakers, la atmósfera baloncestística de Inglewood le atrapó desde muy pequeño. El virus de la canasta se trasladó con él a Las Vegas siendo un chaval, donde empezó a dar sus primeros pasos en serio como jugador en el equipo del instituto. Las luces y el juego de la "Ciudad del Pecado" no le cegaron, al contrario. Darden siempre fue un joven serio y centrado en el baloncesto, su otra gran pasión junto a la biblia de la que es devoto seguidor y cuya palabra trata de difundir siempre que puede. Basta con ver su primer tweet nada más fichar por el Real Madrid para dejar clara su vocación. "Porque el Reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder, Corintios I, 4:20", escribió Darden.

Formado en la Universidad de Niagara, a pesar de ser uno de los mejores jugadores de la historia de los Purple Eagles nunca fue drafteado. Llegó a disputar la Liga de Verano con los Clippers, pero tuvo que buscarse la vida lejos de su casa para poder vivir del baloncesto.

Su primer destino fue el Erdemispor turco, a donde se va con 23 años en busca de un futuro que había encontrado en casa. Su mujer, Anadia, recuerda que lo pasaba mal en la distancia, aunque las cosas le fueron bien a Darden en Turquía ese año y llamó la atención de la liga belga, un campeonato más débil pero con un rol más importante.

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En Bélgica pasó tres años, el primero de ellos en un club de Lovaina y los otros dos en el Spirou, el primer club de verdad profesional que llamó a su puerta. Con ellos ganó la liga en 2008 y tuvo su primera experiencia en competiciones europeas. Estaba listo para lo que pudiera venir y, además, ya tenía cerca a su familia, parte fundamental de su éxito como jugador.

Ha sido precisamente ese carácter tranquilo y hogareño el que le ayudado a ascender peldaños en su vida profesional. "En Lovaina teníamos un apartamento pequeño, que estaba en el último piso de un gran edicifio... sin ascensor. Fueron inicios duros", reconoce su mujer en una entrevista.

De allí dieron el salto (¡y qué salto!) hasta Melbourne. Campeón con los South Dragons, esta experiencia le cambió como jugador y cuando fichó por el Strasbourg y el Nancy ya era un jugador hecho. Maduro. En Francia no sólo ganó la liga, sino que fue elegido para disputar el partido de las estrellas. La vida le sonreía.

Y por fin una liga competitiva. Por fin un gran equipo de Euroliga como el Unicaja. Una ciudad amable como Málaga, donde vive días felices en lo personal, pero no tanto en lo profesional. Unicaja no firma una buena campaña y el fracaso colectivo le arrastra y le lleva hasta Lituania, la cuna del baloncesto europeo, a las órdenes de Joan Plaza. Un buen destino, con una plantilla equilibrada y competitiva, como demuestran los números del equipo tanto en los torneos domésticos como en Europa.

Los problemas comienzan cuando el club deja de pagarle el salario y le cortan la calefacción. Eso obliga a su mujer y a sus hijos a volverse a Estados Unidos. Sin ellos, Darden se da cuenta de que tiene que buscar una salida. La visita del Real Madrid a Kaunas hace el resto. Un primer contacto que se cristaliza a los pocos días.

Criado bajo el amparo de la biblia, la religión ha sido una parte importante de su vida. Sus dos hijos y su mujer son el centro de una vida dedicada al baloncesto y a la religión. Dos aspectos que han sido clave en su fichaje por un Real Madrid necesitado de un jugador de sus características para suplir a Pocius. Un defensor feroz y con buena mano. Un tipo que no dé problemas y se adapte desde el principio al equipo. Un pastor para el vestuario blanco.

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