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viernes, 28 de marzo de 2014

Real Madrid: Cañoncito 'Ronaldo' « El Enganche

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Por Alberto Piñero (@pineroalberto), periodista cobertura diaria Real Madrid

La IFFHS le nombró sexto mejor jugador de todo el siglo XX. Sólo por detrás de Pelé, Johann Cruyff, Franz Beckenbauer, Alfredo Di Stéfano y Diego Maradona. Pero por encima de jugadores legendarios como Platini, Garrincha, Eusebio o Bobby Charlton. Se trata de Ferenc Purczeld, más conocido como Ferenc Puskas. El Máximo goleador del siglo XX, según FIFA, y uno de los mitos absolutos del deporte rey, dejando como legado más de 700 goles en toda su carrera, en aproximadamente el mismo número de partidos, rozando la imponente media de casi un gol por encuentro en sus más de veinte años como profesional. Sin un físico para nada atlético, decían de Puskas que tenía un cañón en la pierna izquierda, por su precisión y por su potencia, además de una endiablada velocidad y potencia en carrera. Le llamaban ‘Cañoncito Pum’, y desde luego no había mejor forma de etiquetarle.

Jugando la Copa de Europa con el Budapest Honvéd, el equipo del Ejército húngaro –por el que se ganó el título de comandante-, les sorprendió la revolución húngara de 1956 fuera de su país, ante lo que Puskas, y algún otro compañero, decidieron no volver. Milan, Juventus y Manchester United intentaron entonces su fichaje. No obstante, hablar de Puskas era hacerlo de uno de los baluartes de la mágica selección húngara campeona olímpica (1952) y subcampeona del mundo que arrasó a potencias mundiales como Inglaterra o Italia. De ahí que el Real Madrid se fijara en él, en lo que ha sido sin duda uno de los mejores fichajes de toda la historia del club blanco, de la mano de José Samitier y Santiago Bernabéu.

El delantero húngaro fue el mejor artillero de los años 50-60, convertido en máximo goleador del siglo pasado. Sus 242 tantos y sus títulos, le colocan para la eternidad en el podio blanco e histórico

Ocho temporadas estuvo en Concha Espina (1958-66), donde contribuyó decisivamente a ganar las tres Ligas, una Copa, tres Copas de Europa y una Copa Intercontinental de aquella época dorada donde formaba equipo con los Kopa, Rial, Di Stéfano y Gento. Puskas se hizo grande en el Real Madrid, y el Real Madrid se hizo grande con Puskas. Los aficionados de la época todavía recuerdan hazañas del húngaro como los cuatro goles en la mítica final de la Copa de Europa ante el Eintracht de Frankfurt (7-3), el hat-trick en la derrota ante el Benfica en otra final de Copa de Europa (5-3), y algún partido de Liga en el que se fue con cuatro, y hasta cinco goles en su saca particular. En total, fueron nada menos que 242 tantos con la elástica merengue.

Cristiano Ronaldo - Real MadridEse fue Puskas, uno de esos pocos jugadores que han personificado de verdad la grandeza del fútbol. Con una vida de película y un legado futbolístico intergeneracional. Y sin embargo, este pasado domingo, el que fue el Máximo goleador del siglo XX ‘vio’ cómo le desplazaban de su lugar de honor en los libros de historia del Real Madrid. Fue un joven de 29 años, hercúleo y cuidadosamente musculado y estilizado, símbolo actual del matrimonio entre el fútbol y la mercadotecnia, que se ha empeñado en dejar su nombre bien grabado en los anales del balompié mundial. Cómo no, se trata de Cristiano Ronaldo, que ante el Barcelona marcó el que era su gol 243 con la camiseta del Real Madrid, en menos de cinco temporadas, a una media de más de un gol por partido. Un gol más que el propio Puskas, desbancándole así como el cuarto máximo goleador blanco de todos los tiempos.

Fue ante el Barcelona y, por la derrota, pasó desapercibido pero Cristiano ha marcado ya un gol más que Puskas. Suma 243 y más de un gol por partido de media desde que viste de madridista

Marcas como éstas que de vez en cuando cobran relevancia en los medios ayudan a dimensionar adecuadamente la magnitud de lo que están consiguiendo algunos futbolistas en la actualidad, como son Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. Acostumbrados a verles jugar cada tres días, llevando a hombros a sus respectivos equipos, y enfrascados en esa rivalidad intrínseca que conlleva ser coetáneos, quizás no se esté valorizando lo suficiente la labor de jugadores como éstos. Pasarán los años, y todos podremos presumir de haber visto in situ cómo jugaban. Seguro. Son carne de los libros de historia, si es que siguen existiendo como tal en el futuro. Lástima que para que esa sensación florezca de verdad tenga que madurar todavía tiempo en el imaginario del aficionado al fútbol. Porque hoy pagaríamos por volver a ver jugar al Puskas de mediados de los años 50. Y quizás no seamos conscientes de que dentro de medio siglo, los habrá que pensarán de la misma manera respecto a Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. Los habrá que escriban su vida y trayectoria como quien habla de las obras y milagros de los mitos griegos, dioses y héroes. Como Puskas. Como Ronaldo.

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