Son 12 victorias consecutivas, 12 ejercicios de autoridad. El Real Madrid domina la Liga Endesa con un ritmo endiablado y una atractiva propuesta. El Blusens Monbús hizo todo lo que estuvo en su mano para acabar, como tres años atrás, con la racha blanca. Pero, como el Asefa Estudiantes la semana pasada, acabó con la lengua fuera, exhausto y derrotado ante el enorme arsenal que maneja Pablo Laso. [Estadísticas: 87-97]
Porque asombra este Madrid por su estilo, pero también por su enorme fondo de armario y por un acierto (70% en tiros de dos y 12 de 27 en triples), sin el que sería imposible sostener su propuesta. El rival estuvo a la altura muchos minutos, seguramente por encima de sus posibilidades, sacando lo mejor de sí mismo. Corbacho y Kendall, los referentes del grupo de Moncho Fernández, como estiletes y con el resto del grupo –especialmente el checo Pumprla en el último cuarto- apoyando sin complejos y con descaro. Pero este Madrid es infinito. Cuando no es Rudy, es Llull, o Mirotic, o Carroll, o, como en la hora de la verdad, Sergio Rodríguez.
El duelo se inauguró con una preciosa batalla entre Corbacho y Rudy Fernández. Pasado común en un colegio de Mallorca; no sería de extrañar que también futuro el próximo verano en la selección. El excelente tirador del Blusens comprobó cómo Rudy se tomaba su causa como algo personal. No se arredró Corbacho -31 partidos seguidos anotando al menos un triple- ante la celosa defensa ni ante cada respuesta de Rudy, que acabó el primer cuarto con 11 puntos.
Aguantaba el ritmo el equipo local, ahora con Kendall tomando el relevo para contestar los tres triples sin fallo de Carroll. El resultado, una estupenda e igualada primera mitad (50-52).
Al regreso, de nuevo con Draper por primera vez en el choque, pareció apretar el Madrid en defensa. Con algo más de calma, Llull y Mirotic de protagonistas, empezó a hacer mella (61-70). Fue el primer arreón, aunque el Blusens no iba a tirar la toalla. Pidió más el grupo gallego, que exigió la presencia de otro héroe blanco cuando la inspiración de Pumprla acercó el marcador ya en el último acto (74-78, min. 34).
Fue entonces el momento de Sergio Rodríguez. Su magia como calmante, paz en medio de la guerra. Primero un triple, luego una genialidad, una canasta desde cuatro metros precedida por un arabesco, y finalmente una asistencia para el alley-oop de Slaughter. En un pestañeo el canario había puesto el punto y final (74-85, min. 36).
Mientras el Barça no deja de sembrar dudas, sigue el Madrid imparable en la ACB, ya clasificado matemáticamente para la Copa de Vitoria, el primer gran objetivo del curso. 12 de 12, a la caza de su propio récord de la temporada 87/88, cuando ganó 15 partidos consecutivos.
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