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jueves, 4 de abril de 2013

Este Real Madrid está lanzado | Liga de Campeones | AS.com

Este Real Madrid está lanzadoAmpliar Higuaín celebró así el tercer gol del Madrid. | Reuters

Real Madrid: Diego López; Essien, Varane, Sergio Ramos, Coentrao; Xabi Alonso, Khedira; Di María (Pepe, m.85), Özil (Modric, m.80), Cristiano y Benzema (Higuaín, m.65).

Galatasaray: Muslera; Eboué, Semih Kaya, Dany, Riera (Amrabat, m.83); Melo, Altintop (Umut Bulut, m.78), Selçuk Inan; Sneijder (Gokhan Zan, m.46); Drogba y Burak Yilmaz.

Goles: 1-0, m.9: Cristiano Ronaldo; 2-0, m.29: Benzema. 3-0, m.72: Higuaín.

Árbitro: Svein Oddvar Moen (NOR). Mostró tarjeta amarilla a Nounkeu, Burak Yilmaz y Drogba, del Galatasaray, y a Essien, Sergio Ramos, Xabi Alonso y Modric, del Real Madrid.

Incidencias: encuentro de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el estadio Santiago Bernabeu ante unos 85.000 espectadores.

El Real Madrid estará en las semifinales de la Champions por tercer año consecutivo, salvo catástrofe que no se adivina. La Champions justificó el rango de los contendientes y se clasificará quien debía hacerlo, sin la más mínima sorpresa, con la goleada prevista por el más sensato de los guiones. Turquía sigue quedando lejos.

No se recuerda ni un susto. El Madrid vivió muy cómodo, como si en lugar de un duelo a muerte disputara un partido de Liga, uno cualquiera, uno de tantos. Ni hubo fuego en los primeros cinco minutos ni fue necesario asar a nadie. Cristiano marcó a los ocho. La jugada nació de un contragolpe que no lo parecía, pero al Madrid le vale una mosca para cargar el tirachinas. Le basta un robo, el mínimo impulso, que Alonso levante la cabeza, que alguien corra. Así fue. Xabi trazó un pase vertical que rozó Benzema, activó Özil y remató Cristiano, sutil. Cada toque fue mejor que el anterior. Otra cuestión es la facilidad de Cristiano para hacer fácil lo dificilísimo, para sustraerse de la presión, de los bufidos de los centrales, para controlar sus propios latidos. Para marcar gol. Hay futbolistas, poquísimos, para los que las porterías comparten las medidas del Golden Gate.

En los minutos siguientes, el Galatasaray nos descubrió su esencia. Supimos entonces que es un equipo poco acostumbrado a sufrir o a mancharse las manos. Un equipo de una sola velocidad, aristocrático en bastantes posturas e inalterable en la proximidad de la guillotina. Cuando tuvo el balón se manejó con corrección, pero alejadísimo de la portería contraria. Sus disparos desde fuera del área, más que buscar el gol, buscaban el eco.

En ese conjunto, Drogba representaba la principal amenaza. En cada acción se le adivina un mal pensamiento. No es el que fue, las caderas se le desbordan, pero la memoria le funciona. Su producción, en el primer tramo, no fue menor: chutó alto después de burlar a Varane (única vez que lo logró), quemó los guantes de Diego López con un chut lejano y asistió a Eboué en la mejor oportunidad de los turcos, ya sobre el minuto final.

Antes, el Madrid, había marcado el segundo tanto en una jugada convencional, sin aparente peligro. Essien, sorprendente relevo de Arbeloa, buscó el segundo palo desde la banda derecha y el balón llegó al único jugador que no saltó a por él, Benzema. La ejecución, después, fue tan exquisita como se espera de su talento inconstante: gol en dos pellizcos. Así se redimen puntos en el carnet de genio.

El Galatasaray se levantó como un autómata y prosiguió con su fútbol parsimonioso. Al margen de Drogba, sólo los laterales, retenidos por el esquema, aportaban algo de sorpresa al juego. De eso se benefició el Madrid durante la primera parte. Las dos ocasiones en las que Eboué se lanzó al ataque fueron las que provocaron más desconcierto en la defensa madridista.

El problema no pasó inadvertido para Fatih Terim, que en la segunda parte rectificó el plan, reforzó la defensa y liberó a los laterales. Por ahí respiró el Galatasaray, aunque tampoco mucho. Varane mantenía a raya al imperio otomano sin disparar una escopeta. No es que el chico sea limpio: es higiénico. De seguir así le lloverán las ofertas para anunciar lejías y abrillantadores. El Nobel de la Paz vendrá después.

Higuaín, relevo de Benzema (o prolongación) sentenció el partido y la eliminatoria. Xabi, perfecto toda la noche, sacó una falta y le puso uno de esos balones que se despegan repartiendo besos. El argentino cabeceó como si fuera un especialista, marcando los tiempos y salpicando gotas de furia.

Burak pudo aliviar algo la pena del Galatasaray pero el árbitro no lo consintió. Lo que fue penalti de Ramos acabó en amarilla para el delantero, que no estará en la vuelta. Casi nadie estará allí. Xabi y Ramos forzaron la amarilla para cumplir ciclo. Tampoco acudirá la emoción. El Madrid sólo ha necesitado un partido para meterse en semifinales, para honrar a Juanito y para confirmar su condición de esplendoroso favorito. Descontado el de Estambul, sólo quedan tres partidos para levantar la Décima. Ya se la ve sin necesidad de cerrar los ojos.Social Media for Business here



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