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jueves, 25 de abril de 2013

Una apisonadora atropella al Madrid

Robert Lewandowski. Desde hoy, el Real Madrid jamás olvidará el nombre del delantero polaco, futuro jugador del Bayern que todavía está en el Borussia Dortmund. Bien lo sabe el Madrid, que hubiese pagado por adelantar su marcha y contratar un jet privado vía Múnich. Cuatro goles suyos, cuatro, cuatro, cuatro (lo repetimos hasta cuatro veces para entender la magnitud de tal cifra en una semifinales de Champions) dejan a los blancos muy lejos de Londres, lejísimos. El descomunal delantero del Borussia dejó en nada el gol de Cristiano, que había empatado tras un error de Hummels que persiguió Higuaín. Fue el único respiro del Madrid. En las estrellas del negro cielo alemán para los blancos sólo se leía Lewandowski.Social Media for Business here

El Real Madrid recordará toda la vida al polaco. Firmó cuatro goles como si fuese la orden del día, sin más. Marcó a un toque para abrir el marcador, jugó en línea para hacer el segundo, completó una obra de arte en una baldosa para convertir el tercero y remató desde el punto de penalti. La pena fue máxima para el Madrid, que jamás pudo controlarle. Parece que sólo lo ha conseguido Guardiola para convencerle.

El partido superlativo de Robert Lewandowski aleja las orejas de La Décima. En las del Madrid sopló el todavía 9 del BVB, equipazo que dejó a los de Mourinho en nada. No se recuerda un Real Madrid más inofensivo, más inútil, castigado por un delantero demoledor en su última noche europea en el Westfalen con la camiseta amarilla.

El Real Madrid sólo vio Londres en el horizonte al filo del descanso, con ese error de Hummels, con ese gol de Cristiano a pase del Pipa. El 1-1 no fue nada más que un sueño, una alucinación. Lewandowski, en una segunda mitad grandiosa, enterró casi todas las opciones madridistas y convirtió en pesadilla, otra vez, un partido en Alemania, la tierra no prometida.

Inalterable Klopp, inalterable Borussia
Sería injusto a pesar de la histórica exhibición de Lewandowski hablar sólo de él. El Borussia Dortmund hizo un partido perfecto y contó con un misil para disparar. Defendió al Real Madrid hasta convertirlo en un equipo del montón. Xabi Alonso no pudo ni respirar, no le ayudó Modric, Özil se sintió solo en su país y en la banda y hasta Cristiano estuvo bajo llave. Weidenfeller también le negó la libertad.

El Madrid entró en el partido y ya iba perdiendo. Todavía ni se había atado los cordones de las botas. Un centro de Mario Götze, con el que el Westfalen tuvo un pacto para olvidarse un par de horas de su traición, y un remate, cómo no, de Lewandowski significaron el primero. Después, el Real Madrid no encontró el camino, sólo se lo mostró Hummels con ese error al filo del descanso. Todo era una trampa. Al Madrid le esperaba una apisonadora.

El gol madridista y el grave error del buenísimo central del Dortmund no alteraron a Klopp. Tampoco a sus excepcionales hombres. Gündogan fue capaz hasta de dejar mal a Xabi Alonso, que completó el peor partido de su carrera. Con 3-1, dentro del área, se llevó a Reus por delante como el Dortmund hizo con su rival. Lewandowski no perdonó. Disparó al centro de la portería y al corazón del madridismo.

El nuevo ogro alemán
Antes de eso, el polaco ya había metido tres. Puso el 2-1 justo tras salir de vestuarios, aprovechando un agujero madridista. Mantuvo el equilibrio en el alambre del fuera de juego y batió a Diego con un remate práctico. Justo es también hablar del gallego, vendido en los goles y salvador en unas cuantas ocasiones que dan vida aunque la herida sea muy profunda.

El tercero se fabricó en una baldosa. Lewandowski se quedó con un balón que pedía dueño, pisó la pelota y castigó al Madrid con un derechazo que entró por la escuadra. Eso pasó en el 55' y el polaco tiró de las orejas de La Décima.

El Real Madrid no tuvo respuesta. A Mourinho le quedó meter a Benzema y Di María justo después del 4-1. La solución no estaba escrita. Queda el Bernabéu, sí, pero la remontada exige una noche al alcance de la de Lewandowski, el nuevo ogro alemán. Sí, ya sabemos que es polaco.

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