Los blancos mostraron su superioridad también en Tel Aviv ante un Maccabi entregado. Segunda fase final en tres temporadas
Social Media for Business hereEl Real Madrid jugará su segunda Final Four en solo tres temporadas. Un logro notable si tenemos en cuenta que entre la de Barcelona 2011 y la anterior habían pasado casi veinte años. El billete para Londres lo selló de manera brillante en Tel Aviv, donde apabulló a un Maccabi inferior e impotente ante la superioridad blanca.
Rudy Fernández miró aliviado hacia el techo infinito del Nokia Arena. Era el minuto 28 de partido y había conseguido, por fin, su primera canasta del partido. La primera tras siete intentos fallidos. Miró y dio las gracias. Ya era hora. Se había hecho esperar, pero el triple del balear llegó en el mejor momento. Cuando peor lo estaba pasando el Real Madrid, con un parcial en contra que había llevado al Maccabi a liderar el partido por primera vez. La reacción blanca llevó el sello de Rudy —con otros dos triples consecutivos— y se tradujo en un 6-23 que ya fue infranqueable para el rival (48-61, min. 33).
Después de dos encuentros placenteros en el Palacio, al Real Madrid le tocaba sufrir para certificar su pase a la Final Four. Una prueba necesaria para saborear más un logro que comienza a ser habitual para el conjunto blanco, pero que no por ello debe perder la esencia de dificultad que entraña meterse entre los cuatro mejores equipos de Europa. La Mano de Elías —ahora Nokia Arena por esas cosas del marketing— rugió como siempre para intentar empujar al Maccabi hacia la victoria. Ambiente ensordecedor que se fue apagando de manera gradual, impotente frente a la superioridad madridista.
Consciente de que la clave en los dos primeros encuentros había estado en la defensa, Laso hizo ayer hincapié también en esa faceta. Por dentro, el poderío y la fe de Begic y Felipe fabricaron multitud de segundas oportunidades con el dominio total del rebote ofensivo y por fuera, Mirotic, Llull y Carroll aplastaron la esperanza del Maccabi y encendieron la del madridismo, que vuelve a soñar con levantar su novena Copa de Europa. Igual que hace dos años en Barcelona, pero con la vitola de favoritos.
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