Los de Jémez salieron al ataque y los blancos tomaron una ventaja a la contra que luego supieron conservar con un buen juego de contención
Anochecía precioso en el Bernabéu. Un Rayo valiente, atrevido como suele y dando la cara. El Madrid, claro es, se puso a la contra dispuesto a partírsela. A los de Mou le vienen bien esta clase de equipos, conjuntos dispuestos a matar dragones a pecho descubierto con tal de dar un beso a la princesa, depertarla de su letargo y ser felices y comer perdices. [Narración y estadísticas del partido]
Evidentemente, si el dragón es de cartón, le metes un espadazo entre pecho y espalda y hay anillo de boda. Pero si el dragón es el Madrid lo normal es que te deje hecho chamusquina. Y efectivamente, a los doce minutos el Rayo era carne de leña y pastillas para el crepitar nocturno. Cada vez que robaba el Madrid era carnicería seguro porque encontraba con facilidad a Ozil o a Kaká y estos, con espacio, son más peligrosas que la madrastra de Blancanieves. [Las mejores imágenes del Real Madrid-Rayo Vallecano]
Infantilismo de Ramos
Pero el Rayo, que quitando los dos grandes, es el que mejor juega al fútbol con el Betis y el Valladolid, porfiaba y porfiaba con la cara roja como un tomate por los guantazos que se llevaba, pero iba. En estas, y sin venir a cuento, a Sergio Ramos le dio por hacerse el “loailo” y vio dos tarjetas en un minuto, algo insólito en un jugador de su experiencia. Fue irse al vestuario y el partido se fue con él, uno a ducharse y el otro al vertedero de la nada. Porque se acabó el toma y daca, el duelo de espada contra fuego.
Mou maniobró y replegó todas sus huestes. Ni contra ni balones trazados en diagonal ni nada de nada. Defensa a ultranza, pelotazo y aquí me las den todas. El Rayo siguió a lo suyo, ataque y más ataque, balón al suelo y cantidad de elegancia y osadía en su quehacer, pero aquello ya no era un duelo de igual a igual.
Mou metió a Albiol en el campo para evitar que Lass se comiese con patatas a Essien y quitó a Morata, que había sido la agradable sorpresa de la noche, no solo por su titularidad, sino por lo bien que lo había hecho. Dejó solo a Cristiano pero como el equipo ya no robaba, el luso iba e iba sin llevarse a la boca ni un triste balón.
La segunda parte fue un mero ejercicio de contención ante un equipo que tocaba mucho y pegaba muy poco, por no decir nada porque incluso los tiros que iban a gol tropezaban en sus propios delanteros entorpeciendo sus ocasiones.
El partido se fue a la montaña, con veneno en todos sus aspectos. Ya andaba todo el Madrid y su Bernabéu más pendiente de que Paradas nivelase la situación echando a uno del Rayo que de jugar al fútbol. El equipo de Jemez trenzaba y atacaba pero era de una ingenuidad arriba que deja vivo hasta a un moribundo.
Andaba el Rayo inocentón en cuanto veía la raya del área rival y el Madrid bastante tenía con dar dos brazadas y guardar la ropa. Cuando Mou sacó del campo a Ozil y Kaká ya se veía que el Madrid solo aspiraba a que me dejen como estoy.
Ficha técnica
Link
0 comentarios:
Publicar un comentario