El Bernabéu juzgará de nuevo a su técnico | Reuters
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El Real Madrid vive pendiente de un hombre y de una posición. Iker Casillas y su posible suplencia ante la Real Sociedad va camino de convertirse en cuestión de Estado en el Santiago Bernabéu.
A estas alturas de semana se desconoce si el portero jugará frente a los donostiarras. Una decisión, la de repetir 'banquillazo' que podría provocar el enfado del coliseo blanco. Un panorama que podría dejar tocada a la entidad que dirige Florentino Pérez.
Los directivos del cuadro merengue temen que se tropiece y que el público estalle contra su técnico con el posterior contagio hacia el palco merengue. De ahí que le estén dando algo más que importancia a la decisión final de José Mourinho.
Decisión que nadie atisba. Ni si quiera el propio Casillas sabe qué sucederá. Sea como fuere, lo cierto es que la tensión está siendo máxima en el Real Madrid en los últimos días. El 2013 ha llegado con una apertura hacia los medios de comunicación que pretende rebajar precisamente ése grado de tensión que se generó en el seno del madridismo con la suplencia de Casillas frente al Málaga.
Los últimos partidos del Real Madrid en el Santiago Bernabéu han servido para dejar claro que el público comienza a hartarse de su técnico. Frente al Alcoyano ya se escucharon los primeros pitos. Luego le siguió el plebiscito que convocó el propio Mourinho antes del derbi y que también fue un fracaso. Contra el Espanyol (último partido de 2012 en el Bernabéu) parte del público se volvió al banquillo cuando Albín igualó el marcador.
Hasta en el entrenamiento de puertas abiertas convocado para el día 30 de diciembre, la frialdad de los aficionados fue la nota dominante, con excepción de los gritos de apoyo que recibió Casillas. Aquella jornada Florentino Pérez tuvo que remangarse para distraer la atención. El presidente bajó a las gradas donde firmó autógrafos y se hizo fotos. Fue una atracción más con la que evitar silbidos o gritos que afectasen al ambiente del grupo.
Mientras, el sector más crítico de la directiva merengue entiende que con su decisión, Mourinho ha conseguido desviar la atención hacia rencillas personales y sacar el foco del problema futbolístico que sufre el equipo, a 16 puntos del Barça y con serias dificultades para jugar como lo hizo la temporada pasada.
Sea como fuere, en el Real Madrid se insiste en que lo que suceda frente a la Real, salvo catástrofe, no debería tener consecuencias inmediatas en el futuro del portugués.
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