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lunes, 24 de diciembre de 2012

Por qué Casillas es sagrado en el Real Madrid

Entender los últimos quince años de la historia del Real Madrid sin mencionar a Iker Casillas es igual de imposible que hablar del cine de la década de los sesenta y no mencionar a Marilyn Monroe. Y es que el guardameta de Móstoles, forjado en el club blanco desde que era prebenjamín, se ha convertido en el gran estandarte del conjunto merengue.

Su voz es la del madridismo más ortodoxo, la de aquel señorío del que tanto se debate en las últimas fechas y que ha convertido a la institución en una de las más importantes del planeta a nivel deportivo.

Como capitán en el Santiago Bernabéu, Casillas siempre ha huido de los grandes titulares. Su personalidad conciliadora y su doble responsabilidad portando el brazalete de la selección española han sido determinantes para que el portero opte por un estilo comedido y respetuoso que le han valido el cariño y la admiración no solo de la hinchada local, sino también de resto de aficionados al fútbol.

Precisamente, esa forma de entender el fútbol ha chocado de frente con la actitud beligerante de su técnico, José Mourinho. Al portugués no le ha importado crearse enemigos desde su llegada a Concha Espina y ambos tienen conceptos muy diferentes de lo que significa defender al Real Madrid. Pese a ello, Casillas siempre ha defendido al de Setúbal de cara a los medios de comunicación sin fisuras y sin cuestionar nunca sus declaraciones.

Si nos referimos a la cuestión deportiva, la última suplencia del guardameta es prácticamente imposible de entender, no porque Iker esté mejor o peor en un momento concreto de la temporada, sino porque es mucho más que un jugador de fútbol.

Casillas es el 'Santo', el hombre que lleva más de una década cumpliendo a la perfección en la portería de un Real Madrid que tradicionalmente ha tenido sus carencias en el terreno defensivo. Por esa razón, conviene tener memoria y saber cuándo un jugador es indiscutible.

Si no es por sus grandes paradas que han dado títulos, es por su papel en la distensión de la selección española junto a Xavi Hernández. Si no es por su madridismo contrastado, es por su capacidad de autocrítica. En definitiva, Casillas siempre debe jugar y portar el brazalete de capitán en el Santiago Bernabéu.



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