Nota de los usuarios: 10,0 (1 votos)
Cristiano pugna con Iturraspe el pasado sábado | Reuters
Los equipos de fútbol son, en ocasiones, un organismo vivo e independiente. Se comportan como si de un sólo ente se tratase. Saben adaptarse a los cambios cuando intuyen que están por llegar. Y en el Real Madrid sólo se habla de un cambio. Posible, pero cambio al fin y al cabo. La marcha de Cristiano Ronaldo es el tema ya no de la semana, quizá de toda la temporada.
La historia es de sobra conocida. El delantero no está a cómodo por diversos motivos y está pensándose decir adiós. O al menos intentarlo. En un caso así la última palabra siempre será del club que le puso una cláusula de 1.000 millones de euros.
Pero más allá de detalles extradeportivos, la mirada de muchos aficionados blancos se centra, en esta historia, en el terreno de juego y en la sensación de vértigo que podría provocar la ausencia de Cristiano Ronaldo. Hay, para qué negarlo, sectores que empiezan a sentir pánico. Pánico del bueno. Del irreconducible.
Y es lógico. Perder a un jugador capaz de hacer casi 70 goles por temporada es, simplemente, preocupante. Al menos sobre el papel. Asunto distinto es lo que suceda sobre el terreno de juego. Ahí la realidad apacigua el cataclismo. No sería para tanto.
Al menos así lo demuestran los últimos partidos donde Cristiano Ronaldo ha aportado, pero lo ha hecho en la medida que otros compañeros. De hecho, en otros tantos encuentros el luso ha pasado a un segundo plano y han sido otros jugadores merengues los que han cogido el testigo del protagonismo.
El duelo frente al Athletic de Bilbao fue el más evidente. En un duelo en el que CR7 no estuvo fino, otros decidieron echarse el partido a la espalda. Benzema fue el más caso evidente. El francés hizo doblete y lo hizo por la puerta grande, con exhibición de movimientos, desmarques y peligro constante.
Pero hubo más. Özil y Modric, por ejemplo. Que esta pareja brille es muy buena noticia para los blancos. Por que ellos, como buenos jugadores grupales, no saben jugar si no es para hacer que la armonía global triunfe. Especialmente destacable resultó la actuación del croata, pareja de baile con Xabi Alonso en la medular y autor del pase medido que supuso el 1-0 merengue. Con él al lado, el de Tolosa se siente feliz. Y con ellos, el resto del equipo.
Pero la paradoja de la supervivencia blanca sin Cristiano no se reduce al duelo del sábado. Ante el Levante, por ejemplo, el Real Madrid resolvió sin CR7 en el césped e incluso creó ocasiones para poder aumentar la ventaja blanca. Y ante el Borussia Dortmund, en el Bernabéu, también sucedió algo parecido. La remontada llegó con un gol de falta que no metió el luso, sino Özil. Otro que cogía el protagonismo donde lo solía enarbolar Cristiano. ¿Casualidad? Puede que sí, aunque yo creo que no.
Si algo está cambiando en el Real Madrid este curso es que, ante las lagunas de su estrella, el colectivo reacciona con un estilo más participativo. Y eso, lejos de afear el estilo blanco, en ocasiones lo mejora y lo hace más atractivo para un aficionado, el merengue, que también gusta del toque. No todo debe ser electricidad y verticalidad sin pausa.
No significa esto un alegato a favor del adiós de Cristiano. No significa que el Real Madrid vaya a ganar más títulos con el portugués que sin él. Significa, simplemente, que el fútbol no cambia. Que como ha ocurrido siempre, los grandes buscan recambio a sus grandes antes incluso de que éstos se marchen.
Es el afán de supervivencia en la excelencia que ya protagonizaron los blancos sin los galácticos o el Barça con el adiós de Ronaldinho. Proceso que parece empezar a repetirse en Chamartín. Y la fórmula, por ahora, no parece ser tan desastrosa como muchos vaticinan. El Real Madrid aprende a vivir sin Cristiano Ronaldo.
Link
0 comentarios:
Publicar un comentario