Si el Real Madrid hubiera ido ganando por 0-3 ó 0-4 en el minuto veinte de partido no le hubiera extrañado a nadie que estuviera viendo el partido. Los blancos dominaban a placer, llegaban en oleadas al área rival y en el ecuador de la primera mitad ya había rematado siete veces a puerta, cinco de ellas con claridad para terminar en gol. No goleaban por falta de puntería única y exclusivamente, pero dominaban a placer.
Mancini, adorado por su afición por ganar la Premier League de la pasada temporada, volvió a dar un curso de cómo no entrenar a un equipo. Recurrió a lo más fácil, a amontonar defensas con la esperanza de abortar las ocasiones del Madrid, pero a cambio dejó desprotegido el centro del campo, lo que aprovecharon los de Mourinho para llegar una y otra vez. El gol de Benzema en el minuto 9 fue el único de la primera parte porque Cristiano no acertó en un mano a mano, ni Di María, ni Khedira (tres veces)... Dominio casi insultante que no se reflejó en goleada de milagro.
Pero pasado el minuto 25 el equipo blanco se relajó. Mancini reorganizó a su equipo y comenzaron a mantener el balón y a aprovechar su calidad para llegar al área de Casillas. Una jugada individual de Maicon que disparó fuera y otra de Silva que Dzeko no acertó a rematar fueron las opciones más claras, mientras el equipo español no controlaba el balón y prefería salir a la contra buscando un segundo que no llegó antes del descanso. Lo mejor para los ingleses era irse al vestuario perdiendo sólo por un gol de diferencia después de que su rival disparara... ¡11 veces a puerta!
Cambio de escenario radical
La entrada de Javi García tras el descanso sirvió para recolocar definitivamente al Manchester City, que se hizo dueño y señor del partido. Mancini volvió a la defensa de cuatro y el centro del campo funcionó con el ex del Real Madrid... y con la aparición estelar de David Silva, desaparecido en el primer tiempo y que adquirió protagonismo en el segundo. Las ocasiones comenzaron a sumarse sobre la portería de Casillas, que se convirtió en el mejor de su equipo cuando sacó en el ecuador del segundo tiempo el empate a Agüero rematando a un palmo de la línea de gol y salvando el portero... ¡con las costillas!!!
Pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se acaba rompiendo. Fue cuando menos lo mereció el City y por un error arbitral, que señaló como penalti un piscinazo del Kun Agüero que el argentino transformó en el empate y que dio con los huesos de Arbeloa en la caseta al ver la segunda tarjeta amarilla. Varane entró por Benzema, tocado, para devolver los cuatro defensas al Madrid y comenzó un 'minipartido' de quince minutos en el que al Real Madrid le valía el empate para lograr la clasificación matemática ya que el Borussia Dortmund goleaba al Ajax en Amsterdam (1-4).
Nasri dejó su puesto a Tévez y el City, en vez de llegar más fácil, tuvo más dificultades para crear ocasiones porque le costaba mantener el balón pese a la superioridad numérica. A Cristiano, enfadado con el árbitro y con el mundo, no le salía nada bien y los últimos diez minutos se convirtieron en correcalles en el que cualquier cosa pudo pasar. Los excesivos cinco minutos de descuento del mal árbitro italiano Rocchi alargaron las dudas hasta el infinito, pero al final el empate se mantuvo y el Real Madrid tiene la clasificación en el bolsillo, aunque matemáticamente se despide de la posibilidad de terminar primero de grupo. El último partido ante el Ajax será la ocasión perfecta para que jueguen los futbolistas del Castilla.
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