Madrid
25 de noviembre de 2012 0:09hReal Betis: Adrián; Ángel (Nacho, m.75), Dorado, Amaya, Alex Martínez; Cañas; Beñat, Salva Sevilla (Nosa, m.80); Agra, Rubén Castro y Juan Carlos (Jorge Molina, m.63).
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Coentrao; Xabi Alonso, Khedira (Modric, m.46); Di María (Callejón, m,63), Ozil (Kaká, m.46), Cristiano Ronaldo; y Benzema.
Gol: 1-0. m.16: Beñat.
Árbitro: Jesús Gil Manzano (C.Extremeño). Mostró tarjeta amarilla a Salva Sevilla (m.41), Adrian (m.53), Pepe (m.56), Coentrao (m.70), Cañas (m.71) y Beñat (m.76).
Incidencias: Partido disputado en el estadio Benito Villamarín con más de 35.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.
Nunca un solo gol valió para cambiar tantos estados de ánimo. La Sevilla bética, el madridismo militante y la afición culé saben de lo que hablo. Beñat, con su zapatazo, permite al Betis encontrar el perdón tras un derbi doloroso y de paso puede dejar la Liga resuelta. El Barça tiene la palabra ante el Levante. El Madrid encontró su tumba en Heliópolis merced a un tanto inesperado cuando más mandaba. Pero también fue castigado por su falta de tino en la finalización y debido a la espectacular actuación de Adrián, el portero que hizo aguas en el Pizjuán y que esta vez fue un muro de contención. No jugó bien el equipo de Mourinho, aunque tampoco esta vez salió victorioso de las acciones polémicas. Benzema fue objeto de un fuera de juego que no existió y Nosa, en el descuento, cortó con la mano, queriendo o sin querer, una desesperada incursión de Kaká.
El Betis salió con el único objetivo de reencontrarse con su gente. El resultado era lo de menos. La actitud y la defensa de un escudo eran lo importante. Por eso eligió dejarse la piel en el campo como la estrategia más sencilla y populista hacia la comunión. Justo lo que no supo hacer ante el eterno rival. Su salida enrabietada no sorprendió al Madrid. De hecho, el equipo blanco mandó con templanza y seguridad sin acordarse de su desgaste en Europa. Cristiano tuvo la primera ocasión en una buena contra y Khedira, en su nuevo rol de llegador, acarició el primer gol a bocajarro. La banda izquierda de su ataque era el camino adecuado hacia el gol. Ángel no encontró ayudas en Agra. El Madrid se sentía dominador y las sensaciones le gustaban, hasta que Beñat cambió por completo el panorama en una jugada aislada. Di María, en su afán por ayudar en defensa, despejó al centro un balón desde el barrio de Arbeloa. El zapatazo cayó en los pies del vasco que, sin pensarlo, se deshizo a pocos metros del área de Khedira y conectó un disparó duro y por abajo que hizo inútil la estirada de Casillas.
El Betis había encontrado la chispa adecuada para avivar la hoguera en la que ardía. Sólo habían corrido siete minutos de reloj y, aun así, el Madrid no entendió que las prisas no son buenas. Copió el plan del rival para intentar devolver la igualdad y creyó que la agitación era la solución al problema. Un error. Con la calidad de su parte no hizo más que nivelar el desacierto con su oponente. Con tantas imprecisiones en la creación, Özil pareció en huelga. El alemán sólo entró en el partido en el momento en que Mourinho puso a calentar a Kaká y a Modric como último aviso. El Madrid notó demasiado su intermitencia. Sin su participación, no hilvanó. Con ella, Di María pudo empatar. Alex, magistral en defensa junto a Dorado y Amaya, se cruzó decisivamente en su camino.
Mourinho quiso enmendar el entuerto con dos cambios en el descanso. Y ya van 40 de esta forma desde que es el entrenador del Real Madrid. En esta ocasión Modric y Kaká suplieron a Khedira y Özil. Y aunque la mejoró algo, el técnico castigó mucho al equipo con la salida de Mesut cuando su objetivo era hacerlo sólo con el futbolista. Con espacios y el Betis desgastado, Özil era la catapulta perfecta para lanzar a Cristiano y Benzema. Ambos demandaban más balones. En uno de los pocos que les llegaron, Benzema vio como no le convalidaron un gol sin estar en fuera de juego y, en otro, Cristiano casi empata con un derechazo que entre Adrián y Ángel mandaron al limbo.
El equipo de Mel, por su parte, corrigió el agujero que tenía en la derecha y, como amenaza al Madrid, metió otro delantero junto a Rubén Castro para intentar aprovechar la desbandada blanca en busca del empate. El Villamarín insuflaba el aire que ya faltaba a un equipo sublime en su labor de tapar espacios. Ayuda humanitaria en la que colaboró Jorge Molina. Su especialidad amortiguando balones otorgó a sus compañeros los segundos necesarios para oxigenarse y sacudirse el dominio. La defensa bética, sobresaliente toda la noche, aguantaba las embestidas con la misión inmediata de acelerar la contra. Las ocasiones se sucedieron en las dos áreas. Kaká de rosca. Salva Sevilla con la zurda. Pepe de cabeza. Zapatazo de Rubén Castro. Y, sobre todo, el gran cabezazo de Benzema. El Betis sabía que el Madrid es de los pocos equipos capaces en voltear un resultado en un abrir y cerrar de ojos. Pero resistió y encontró un premio tras mucho sufrimiento. El castigo soportado tras lo del Pizjuán fue tan duro como el que ahora deberá aguantar el Madrid.
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