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domingo, 18 de noviembre de 2012

Real Madrid- Athletic: Una manita para aprender

Iñaki Ugalde 18/11/2012 02:32

Esta vez no hay excusa alguna para justificar la contundente derrota del Athletic en el Bernabéu. El Madrid pasó por encima del equipo de Bielsa sin que los leones variaran para nada su propuesta futbolística. Salieron a jugar al fútbol y a dar la cara y los merengues se la rompieron de una 'manita' porque, entre otras cosas, demostraron ser mucho más fuertes y estar mejor preparados para combates de estas características.

Los de Mou no se andan con bromas. Atrás muerden como el que más, en el medio presionan como perros y arriba tienen calidad para exportar en cantidades industriales. Esta vez ni siquiera necesitaron la aportación de su gran figura, Cristiano Ronaldo, porque el resto se bastaron y sobraron para tumbar al débil y blando equipo bilbaíno.

El partido apenas duró doce minutos. El tiempo más o menos aproximado para que Aurtenetxe batiera a su propio portero en su desesperado intento de impedir el remate de Benzema. El segundo gol blanco, obra de Sergio Ramos, fue de los que retratan cada cierto tiempo al Athletic a la hora de defender la estrategia en contra a balón parado. El tercero, el cuarto, el quinto...

Seguro que hoy se hablara en el Madrid futbolístico del joven y 'tocón' Athletic, de su intención de jugar constantemente el balón, de su paso de página en lo que a los desplazamientos en largo hace referencia, del adiós al fútbol directo... Mejor lo iba al conjunto rojiblanco cuando en las crónicas de la capital se hablaba de las patadas que dan los leones, de su juego rudimentario, de su pobre propuesta... Aquello era sinónimo de empate o victoria visitante. Lo de ahora, de derrota por goleada.

Está bien querer combinar por encima de todo, salir fuera como si se tratase de una cita casera, tener el ataque como principio. Nadie lo duda. Pero en el fútbol también se imponen otro tipo de condiciones que tienen más que ver con la defensa del marco propio. Los leones por no dar no dieron nipatadas. Los de Mou, en cambio, saben comportarse en ambos campos como hay que comportarse. Ni el penalti no señalado a Coentrao sirve esta vez de excusa.

La pizarra bilbaína

Bielsa, tal y como avanzó en Lezama, optó por reordenar filas dadas las bajas por sanción de Herrera y De Marcos y por lesión de Amorebieta. El míster rojiblanco metió a Ekiza y San José como centrales y adelantó a la media a Gurpegi junto a Iturraspe, más adelantado de su zona habitual, y Muniain. Ibai, en tal tesitura, ejerció de interior.

Mou, por su parte, tiró de su clásico 4-2-3-1 con Modric en lugar de Khedira y Callejón en el de Di María. Los blancos se lanzaron en busca de la portería de Iraizoz desde el pitido inicial. Bien puesto atrás y rapidísimo a la contra, el Madrid se adueñó del balón y de las ocasiones.

El primer gol no tardó en subir al luminoso. Aurtenetxe marcó en propia puerta en su intento de impedir un remate de Benzema. Minuto 11 y los leones empezaban a autoinmolarse. Sergio Ramos, tras veinte minutos de festival blanco, incidía en la herida bilbaína al rematar de cabeza cerca del área pequeña de Iraizoz una falta lateral lanzda por Ozil. Benzema, nada más sacar de centro, firmaba el tercero ante las mismas narices de tres rojiblancos. Increíble, pero cierto.

Los blancos, entonces sí, echaron el freno y se encontraron antes del descanso con un gol de Ibai a pase del 'coreado' Susaeta. La blandeza y fragilidad defensiva penalizaron en el primer tiempo a un Athletic carente de agresividad, fuerza, ideas y acierto. El Madrid pareció una apisonadora.

Bielsa empezó el segundo periodo con Llorente por el lesionado Muniain y retrasó a Aduriz a la posición del navarro. Los leones comenzaron dominando a un Madrid que se dejaba dominar para poner en práctica su contra letal. El árbitro dejó entonces de pitar lo que pareció un penalti pitable por mano de Coentrao.

Y de lo que pudo ser el 3-2 se pasó acto seguido al 4-1. Ozil puso su rúbrica ante el portero navarro tras una buena acción de Benzema. Khedira también dejó su impronta poco después con la colaboración de Iraizoz. Más de lo mismo en el Bernabéu.



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