La llegada de la primavera anuncia el desenlace de la temporada en un final a tres torneos que amenaza con exigir hasta el último esfuerzo a la plantilla del Real Madrid. La derrota en el clásico del domingo (3-4) dejó al equipo sin dos futbolistas esenciales como Sergio Ramos —Competición desestimó ayer las alegaciones madridistas— y Di María, ambos sancionados. Para reemplazarlos el entrenador, Carlo Ancelotti, se vuelve hacia el banquillo. Cuenta con Isco, Illarra y Varane. Pero mientras el técnico alberga dudas sobre quién sustituirá a Di María, sabe perfectamente que a Ramos lo reemplazará Raphäel Varane.
El primer informe que recibió Ancelotti cuando firmó por el Madrid situaba a Varane en un lugar predominante. El presidente, Florentino Pérez, destacó al francés como la piedra angular de la futura defensa, incluso dando a entender que su importancia trascendía a la de Ramos en la estrategia deportiva. Con 20 años, el potencial de Varane parecía infinito. Era rápido, agresivo, valiente, y demostraba una capacidad de concentración inusual en un futbolista de su edad. Desplazaba el balón con la naturalidad de un volante central y venía de neutralizar a Leo Messi en un par de clásicos en los que, además, se había destacado como un soberbio cabeceador. Solo la lesión del menisco de la rodilla derecha había cortado su progresión. No parecía nada grave. A mediados de mayo de 2013 se marchó a Francia, a que le operara un traumatólogo de su confianza llamado Herve Silbert, en una clínica de Béziers. Entonces comenzaron los problemas y los misterios.
Varane no se recuperó bien de su paso por el quirófano. No se sabe si por una mala operación o por un mal tratamiento posoperatorio. Lo cierto es que su rodilla se inflamaba y sufría con cada entrenamiento. Intentó regresar a la competición en septiembre pero comprobó que no podía disputar más de un partido por semana porque el dolor lo invalidaba. Admitió que debió modificar sus apoyos. Los plazos de rehabilitación se estiraron. Por fin, hace cosa de dos meses, volvió a entrenarse con normalidad. Ancelotti dice que ahora tiene la rodilla "seca". Ha jugado nueve partidos de Liga desde el año pasado y los síntomas parecen buenos, pero no falta quien pide prudencia. Una de las voces que le recomiendan ir con cuidado es Antonio Maceda, que debió dejar el fútbol en 1987 después de una lesión del menisco externo. "Por jugar en este Mundial, Varane podría perderse tres", advirtió al diario As el excentral madridista.
Varane pareció estar sano en el poco tiempo que jugó contra el Barça, tras la expulsión de Ramos. En Sevilla no le espera menos tensión. El Madrid llega desgastado a una de las salidas más complicadas que le quedan, junto con Anoeta. Los centrales tendrán más trabajo que de costumbre por la baja de Di María y por la depresión física que atraviesan Xabi Alonso y Modric. "Este es un partido muy importante para esta temporada", dijo ayer Ancelotti. "Es un partido clave".
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