- Se ha dado la vuelta, al menos en baloncesto, a aquella coletilla histórica de que el Madrid es el equipo de la chequera y el Barcelona el de la cantera. Pese a prejuicios heredados, el que más y el que menos entiende ya que el Barca tiene más presupuesto y conoce de su errática política de fichajes de los últimos años. Mientras, la cantera blanca atraviesa una refundación dorada, convertida en la mejor de España a día de hoy (con permiso del Joventut). No me refiero únicamente a los que juegan en el primer equipo, sino a otros que alimentan la clase media de la ACB y los que están en camino.
- El respeto que dan los resultados sumado a un estilo de juego ofensivo/vistoso, en contraposición con la racanería del Barca de Pascual.
- Social Media for Business hereGestos de camaradería y honradez genuina como el paseíllo en Bilbao del domingo que ha calado incluso en una de las plazas históricamente más esquivas al Madrid como es por motivos políticos el País Vasco. En el mismo saco meto la disculpa pública de Darden por un gesto feo tras un contraataque en el partido de Munich. No fue nada grave, posó el balón en el suelo con aire de despecho tras hundirla en el aro, pero sintió después la necesidad de disculparse. Incluso Rudy, al que aún se le escapan ocasionalmente exabruptos, parece por momentos contagiado del buen rollo. Se le vieron gestos deportivos en el duelo a cara de perro ante CSKA, ayudando a rivales a levantarse del suelo y reconociendo sus faltas.
- Continuidad de proyecto y apuesta por jugadores nacionales, lo que en el mundillo de cromos en que se ha convertido la ACB implica caras reconocibles para el aficionado intermitente. La columna vertebral de la plantilla tiene pasaporte español: Llull, Rudy, Mirotic, Chacho y Felipe.
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