Mourinho, durante la comparecencia de este martes | Reuters
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El caso Cristiano Ronaldo tiene pendiente al Real Madrid y a buena parte del fútbol mundial. No todos los días un mega crack como él se piensa seriamente salir de su equipo. Tampoco todos los días ocurre que su entrenador también se lo piensa. Tal y como contó EcoDiario.es, la gestión de este asunto está haciendo que Mourinho se lo piense. Al entrenador tampoco le está gustando cómo el Real Madrid está tratando a su estrella.
Éso y otras cuestiones (el affair de la cantera, la tibieza institucional, el escaso peso blanco en las instituciones...) hacen que el luso esté, de nuevo, filtrando la posibilidad de una salida que, pese a todo lo explicado, no está vinculada directamente a Cristiano Ronaldo. Dicho de otro modo, que Cristiano se quede en Madrid no implica, necesariamente, que Mourinho también lo haga.
Así pues, la situación de Cristiano Ronaldo puede ser más influyente en Mourinho para su salida que para su permanencia. Esto es, si el delantero se marcha, será más fácil que se vaya; si el delantero se queda, no será más fácil que Mourinho se quede se quede.
En todo caso, en el Real Madrid, tal y como sucedió la temporada pasada, preocupa más la continuidad del jugador que la del entrenador, aunque en ninguno de los dos casos se volverán locos para retenerlos.
La institución, dicen desde Concha Espina, está por encima de todo y lo seguirá estando incluso tras la marcha de jugador y técnico. Sin embargo, y asumido esto, Cristiano tiene, para la entidad, un peso significativamente mayor que el técnico en aspectos extradeportivos que desde el club miman y mucho. Aspectos como el marketing o el impacto como marca.
Los ciclos y la Liga de Campeones
Mourinho es un hombre de ideas fijas, de conceptos inamovibles. Una de ellas es su teoría de los ciclos. El luso es metódico al considerar que los equipos, como muchos organismos, se mueven por ciclos que afectan a todos sus miembros por igual.
Son periodos de tiempo tras los cuales se necesitan cambios para que todas las partes ganen, tanto los individuos que forman esos equipos, como los propios equipos en sí mismos.
Este planteamiento forzó su adiós del Oporto o del Inter. Mourinho creía que había llegado la hora de dar un paso adelante para crecer personalmente y ayudar a esos equipos a evolucionar. No podía hacer más en ellos de lo que ya había hecho.
Una reflexión similar le ronda la cabeza en el Real Madrid. Tras dos años y medio, el luso empieza a notar signos de estancamiento en el equipo.
La falta de hambre de sus jugadores en el inicio de temporada ha sido, para él, un aviso de lo que podrían llegar en los siguientes cursos. De ahí su insistencia en el adiós. Un adiós que sus cercanos darían por seguro si el equipo lograse ganar esta temporada la Liga de Campeones. Sería el broche perfecto. Sería dejar el equipo en lo más alto.
¿Y si no lo consigue? Pues lo mismo. Mourinho entendería que el reto de la Décima es inalcanzable para él. Si no lo ha logrado en tres años, sería difícil intentarlo en nuevas temporadas.
Todos estos ingredientes rondan su cabeza y que son, para él, suficientemente pesados para que la continuidad de Cristiano no sea la clave. Incluso con la renovación del jugador asegurada, el entrenador sigue meditando un adiós. Adiós, por cierto, eterno. No ha habido campaña desde que llegó al Real Madrid en la que no haya pensado en marcharse como arma de negociación para mejorar sus condiciones.
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