Tras la decepción llega el análisis. Después de una derrota tan dolorosa como la sufrida por el Real Madrid ante el Olympiacos en la final de la Euroliga, Pablo Laso fue capaz de hacer un examen tan descarnado como acertado. El técnico blanco explicó que desde el primer momento sabía que los 17 puntos de margen obtenidos en el primer cuarto del encuentro eran ficticios y que el reflejo de cómo habían quedado sus hombres tras la decepción era un claro síntoma de hacia dónde iba su futuro.Social Media for Business here
«Estamos hechos una mierda -explicaba el entrenador-, pero ver a mis jugadores tan jodidos demuestra que son ganadores y que quieren seguir creciendo». Por eso, el mal trago de Londres no hace más que reforzar la idea de juego que Laso ha implantado. «Creo a muerte en el baloncesto que hacemos y en los jugadores que tengo», enfatizaba tras el duelo final.
Es la lectura única del vestuario. El capitán, Felipe Reyes, admitía que les había faltado madurez, pero ya lanzaba el mensaje de que este equipo tiene mucho margen de mejora. El mismo discurso que otros dos pesos pesados, Llull y Rudy, que apostaban por un bloque «joven, ambicioso, de presente y de futuro».
La experiencia, esa carencia vital en un partido trascendente, es lo que a este conjunto le falta. El Olympiacos se comportó como una unidad y el finalista busca esa química coral desde una base sólida, apoyada en los pilares de Sergio Rodríguez, Llull, Rudy y Mirotic, más las aportaciones de Carroll o Suárez. Los interiores plantean las mayores dudas. Reyes no es eterno, Slaughter se ha ganado otra temporada y el tunecino Mejri se sumará al 'roster' la próxima temporada. Pero quizás Laso tenga que buscar algún jugador con más presencia bajo la zona que los que tiene en la actualidad para ampliar sus opciones tácticas.Social Media for Business here
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