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Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Raúl Albiol, Pepe, Arbeloa (Nacho, m.82); Essien, Modric, Özil; Di María (Callejón, m.73), Cristiano Ronaldo e Higuaín (Benzema, m.69).
Real Zaragoza: Roberto; Sapunaru, Álvaro, Loovens, Abraham; José Mari (Romaric, m.87), Movilla, Apoño; Víctor Rodríguez (Javi Álamo, m.75), Montañés; y Postiga (Aranda, m.79).
Goles: 1-0, m.23: Higuaín. 2-0, m.25: Di María. 3-0, m.89: Essien. 4-0, m.92: Modric.
Árbitro: Estrada Fernández (comité catalán). Amonestó a Modric (36) y Ramos (65) por el Real Madrid, y a Abraham (69) y Sapunaru (74) por el Real Zaragoza.
Incidencias: partido correspondiente a la décima jornada de la Liga BBVA disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante 67.227 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por las cuatro jóvenes fallecidas en una fiesta de Halloween en el Madrid Arena. Los jugadores del Real Madrid saltaron al campo con una camiseta con el mensaje "Ánimo Marcelo" para el lateral brasileño lesionado para tres meses.
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Lo que por juego debería haber sido un partido igualado, acabó siendo una goleada contundente. El Real Madrid superó a un Zaragoza más que correcto que durante muchos minutos puso en serios apuros a los futbolistas de José Mourinho. Pero si en algo es prácticamente insuperable el equipo blanco es en su efectividad frente al arco rival. Cuatro minutos, los que van del 22 al 24 y del 88 al 90, sirvieron para fulminar a un rival incómodo (4-0).
Entre la ocasión perdida por Postiga y el primer gol del Real Madrid pasó escasamente un minuto. De lo que podía ser a lo que fue en un instante. En un solo sorbo al refresco se vivieron una montaña rusa de emociones. El temor, el miedo, el alivio, la calma, la agitación, el lamento, la duda y la euforia. Y no acabó aquí.
Cuando las gradas del Santiago Bernabeu aun estaban exultantes por el séptimo tanto de Higuaín en la Liga, otro argentino, Ángel di María, volvía a levantar al público de sus asientos con el 2-0. "Es la pegada, estúpido" se podría decir, parafraseando el conocido lema "es la economía, estúpido" que popularizó el equipo de campaña de Bill Clinton en las elecciones de 1992.
El Zaragoza había mirado a la cara del Real Madrid, le jugó de tú a tú y le provocó dolorosas jaquecas. El conjunto blanco, sin embargo, echó mano de su excelente efectividad, un terreno en el que solo unos pocos clubes en el mundo le pueden discutir la supremacía. Ocho disparos a portería, cuatro goles. Y tres puntos que le mantienen con esperanzas de alcanzar al Barça.
El centro del campo formado por Essien y Modric fue incapaz de imponerse. Les faltó la inestimable ayuda de Ozil, una sobre de sí mismo, desaparecido sobre el césped, incapaz de aportar nada a un equipo que se quedó muy pronto sin balón, sobre todo en la segunda mitad.
Eso no es contratiempo para un conjunto que disfruta al contragolpe, que se siente vivo jugando al máximo de revoluciones. Todo se complica cuando el rival no concede espacios atrás y, sobre todo, cuando tus jugadores se muestran exageradamente estáticos, carentes de chispa, sin que nadie ofrezca soluciones ofensivas.
Tras el gol de Higuaín aprovechando un balón muerto a la salida de un córner y el potente disparo de Di María, el Real Madrid se sintió tan superior, tan seguro en su feudo, que decidió poner el piloto automático. No era cuestión de malgastar esfuerzos a tan pocos días del trascendente duelo ante el Borussia Dortmund en la Champions.
El Zaragoza, herido de muerte con el 2-0, recuperó aliento, lamió sus heridas y se erigió en amo y señor del partido. El veterano Movilla (37 años) y el clarividente Apoño no desaprovecharon la oportunidad para maniatar el duelo, mecerlo a su ritmo y comenzar a crearle grandes dudas a los de Mourinho.
El Madrid se mantenían en su zona de confort gracias al despliegue de Pepe. el central portugués se multiplicó para llegar a los balones divididos, corregir espacios libres, despejar todos los centros. No fue tarea fácil. El inamovible Postiga, duro como una roca, excelente en el juego de espaldas a portería. El ariete portugués dio una lección de aguante, de solvencia en el cuerpo a cuerpo, de control del balón con el aliento contrario en el cogote. E incluso anotó un gol.
Fue anulado por el árbitro Estrada Fernández por un inexistente fuera de juego y deshinchó las opciones de un Zaragoza que parecía creerse con opciones de puntuar con el paso de los minutos. Las meritorias intervenciones de Casillas ya fueron un serio aviso de que a los maños no les iba a ser fácil marcar. Y las sospechas se confirmaron con un disparo al travesaño de José Mari.
El tanto no válido de Postiga puso en alerta a Mourinho. Hábil, el técnico portugués -el más rápido de la historia de la Liga española en llegar a las 100 victorias (133 partidos)- comenzó una avalancha de cambios que cortaron todo el ritmo del juego. Lo que peligra en el terreno de juego siempre se puede amarrar con una ágil decisión desde el banquillo.
El partido no habría tenido mucha más historia si no fuera porque, con el tiempo casi cumplido, el Real Madrid consiguió por fin enlazar un buen contragolpe que finalizó Essien, un búfalo, un bisonte en el centro del campo, grande en el despliegue y la llegada, menor en la organización.
Sin tiempo para digerir el 3-0 llegó otra diana, obra de Modric. Los integrantes del doble pivote blanco parecían querer expiar las penas por su irregular encuentro con dos dianas que convertían un igualado partido de fútbol en un paseo estadístico.
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