El equipo de Mourinho dominó en todas las parcelas del campo, pero falló en los metros finales ante un Manchester demasiado contemplativo
Estigma de equipo grande, muy grande. Y juego de equipo campeón. Fútbol de primera el del Madrid, más allá de los frutos que no recogió, el equipo blanco fue intensivo, profundo, disciplinado, con mucha fluidez, sentido y cuajo en todo lo que hizo. ¿Qué falló? Dos cosas: la pegada en una primera parte en la que tumbó al United en todo lo que era fútbol de verdad, y las jugadas a balón parado, que alimentaron a los de Fergie. [Narración y estadísticas]
Que el Madrid marcase solo un gol fue un auténtico milagro
El Manchester no se atrincheró. Acumuló gente detrás pero su defensa fue benigna, mirona, muy estática y contemplativa. El Madrid acabó casi todas las jugadas, pero las acabó mal. Su dominio del partido fue completo, apenas dejó salir a los ingleses que, sin embargo, vivieron del enésimo error de la zaga madridista en un balón aéreo. Falló Diego López al no salir y falló Sergio Ramos en la marca de Welbeck, que le ganó en la posición, en el salto, en la anticipación.Y no fue un asunto justo. Todo lo contrario. El que llegaba, el que llevaba el timón del partido por donde quería era el Madrid, entrando por un boquete que abrió en el costado diestro del United, allá donde se sabía que Rafael flojeaba, y mucho, en tareas defensivas.
Que el Madrid marcase solo un gol en un portentoso salto de Cristiano Ronaldo fue un auténtico milagro porque todas las ocasiones fueron suyas. El United, un grupo de gente blanda en la marca, sin presionar en exceso, se vio acorralado de principio a fin, sin apenas salida. Pero el Madrid, raro en él, falló en todas las llegadas, acumulando puñetazos al cuerpo, desgastando una y otra vez la resistencia del rival. Pero no le tiraba. Ozil, Di María, Cristiano, todos jugaban con cierta soltura, creando mucho pero sin encontrar pegada en un Benzema perdido, muy oscurecido, sin encontrar la chispa imprescindible que necesitaba el equipo arriba.
Importante bajón
Es mala cosa eso de no rematar al contrario caído porque el United es poca cosa atrás, pero en cada salida hacía daño con la calidad de su vanguardia, todos hombres de excelente talento, sobre todo Rooney, Van Persie y Welbeck. El problema del United es que tuvo tan poco el balón que apenas inquietó en un par de ocasiones a Diego López. El resto de este primer tramo fue muy blanco, en lo que fue un repaso total sin reflejo en un marcador que debió ser mucho más madridista.
El esfuerzo pasó factura tras el descanso. Cuando el Madrid baja en intensidad, su fútbol se resquebraja demasiado rápido porque es un equipo muy físico, extremadamente vitalista. Aun así, su ambición le puso encima del Manchester, al que siguió dominando, aunque con menos llegada, un punto más bajo en todos los escalones del juego.
Tampoco el United aceptó el guante del reto. Cada vez salió menos, sin un ápice de riesgo en su fútbol, muy metida su gente atrás, dejando todo a expensas de De Gea, que tuvo tres o cuatro intervenciones realmente meritorias. Eso sí, el Manchester fue todo lo contrario que el Madrid pues con nada creaba dos ocasiones de gol (Van Persie) mientras que los blancos iban e iban contra un muro, sin un solo tanto que llevarse a la mochila.
Todos se vinieron abajo en el tramo final del partido, reventados unos y otros, sobre todo el Madrid, que llevó el peso del encuentro. Pero incluso en esos minutos los blancos fueron a todo, llegaron y siempre merecieron más.
Ficha del partido
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