Los dos equipos más potentes del fútbol español protagonizaban el primer asalto de las semifinales de la Copa del Rey. El Real Madrid llegaba al clásico con notables bajas en su defensa: Casillas, Pepe y Ramos o lo que es lo mismo, el triángulo defensivo del equipo blanco.
Mourinho optó por suplir la baja del guardameta con el recién fichado Diego López, por lo que Adán quedaba relegado de nuevo al banquillo. Carvalho y Varane fueron los elegidos por el técnico luso para suplir las bajas de sus centrales. En el Barça ninguna sorpresa. El once de gala, con Pinto bajo los palos y los jugones acompañando a Messi.
Salió el Madrid eléctrico al terreno de juego, encabezado como siempre por Cristiano Ronaldo. No había pasado un minuto del encuentro y el siete ya había provocado la primera tarjeta del partido. El luso encaraba hacia la portería con velocidad, pero Piqué le derribo en la frontal del área con su consecuente cartulina. El portugués lanzó la falta con mucha potencia y Pinto reaccionó a la perfección para evitar el primer gol.
El Madrid presionaba en el campo del Barcelona y en varias ocasiones robó el balón en zona peligrosa para los intereses azulgranas. Los de Mourinho querían evitar la circulación del balón y cerraban todas las líneas de pase. Sin embargo, eso es tarea complicada cuando en el campo están Xavi, Iniesta, Cesc... El manchego se inventó una maravilla en forma de asistencia sobre su compañero Jordi Alba, pero el lateral perdonó ante Diego López.
Control del Barcelona
A raíz de esa ocasión los visitantes comenzaron a imprimir el ritmo que más les interesaba. Eran los dueños del balón y el Madrid ya no presionaba tanto.
Xavi, en un par de ocasiones consecutivas, llevó el susto al cuerpo de los aficionados merengues. Primero se topó con el larguero en un magistral lanzamiento de falta y minutos después, Carvalho erró en la cesión sobre Diego López y Cesc asistió para dejar con todo a favor al centrocampista, pero Varane salvó bajo palos.
A pesar del dominio azulgrana, daba la impresión de que el Madrid podía marcar en cualquier contra. Y a punto estuvo de conseguirlo Benzema. El galo controló dentro del área un pase de Callejón y con la zurda, su disparo se marchó al lateral de la red.
Llegábamos al descanso de un partido de un ritmo trepidante en el que ambos equipos, con sus respectivos estilos de juego, habían amenazado con estrenar el marcador.
Se reanudaba el encuentro y el Barça dio un golpe en la mesa. Un mal despeje de Callejón dentro del área cayó en los pies de Messi, que jugó con Fàbregas para que no perdonara en el mano a mano ante el guardameta local.
El Madrid acusó el 0-1 pero Varane, excepcional toda la noche, cortaba todos los ataques de los visitantes. Los cambios de Mourinho reactivaron a los blancos que volvían a crear contras con peligro. De hecho Cristiano tuvo primero en su cabeza y después en sus botas, la posibilidad de empatar el encuentro, pero no consiguió materializar.
Con el equipo local lanzado a por el empate, el Barcelona encontraba espacios para sentenciar el partido y la eliminatoria, pero Cesc y Pedro erraron todas sus ocasiones. Y se arrepentiría de ello el equipo azulgrana porque cuando restaban ocho minutos para el final, Varane empató el partido rematando a la perfección un centro de Özil al corazón del área. El francés culminaba así un partido perfecto.
A pesar de que quedaba poco tiempo para el final, los dos conjuntos no desistían en su empeño de ganar el partido, pero finalmente el marcador no se movería y todo queda pendiente para la vuelta en el Camp Nou.
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