El Real Madrid se juega la temporada en una semana. Con la Liga perdida desde Navidad el crédito de Mourinho y su proyecto penden de dos hilos. Dos citas. La primera, el próximo martes, en el Camp Nou con la final de la Copa en juego. Y la segunda, en Old Trafford el martes siguiente. ¿El objetivo? La clasificación para cuartos de 'Champions'. Y antes de todo esto, un partido ante el Deportivo que no apetecía a nadie del Real Madrid.
El equipo de Mourinho fue a Riazor porque perder por incomparecencia hubiese sido un escándalo mayúsculo. Uno mayor que ir sin querer y estar en el campo sin intención de nada. Sin Ramos, sancionado, ni Xabi Alonso, ni Benzema, que se quedaron en Madrid, y con Varane en la grada por unas molestias, Mourinho no quiso correr ni un solo riesgo y dio descanso al que nunca lo quiere. A Cristiano. En el banquillo también se sentaron Khedira y Özil.
Mourinho alineó un equipo lleno de caras nuevas. Volvió al lateral izquierdo Marcelo, algo más afinado después de sesiones dobles en el gimnasio de las últimas semanas. Carvalho acompañó a Pepe en el centro de la zaga y la batuta se quedó a cargo de Modric, con Essien al lado. Kaká, un fijo ya de estos partidos de trámite, Callejón y Di María acompañaron a Higuaín.
Un enérgico Deportivo a un bando y un tedioso Real Madrid al otro. Así comenzó el partido y así transcurrió toda la primera mitad. Los gallegos, necesitados de puntos para salir de la quema, no dudaron en salir a morder a un Madrid paupérrimo. Consiguieron los gallegos un gol, que hizo Riki pasada la primera hora de partido, pero pudieron ser dos e incluso tres más. Pizzi, Bruno Gama, Valerón y el mismo Riki trajeron de cabeza a los blancos, a los que perdonaron la vida en el primer acto.
El paso por vestuarios despertó a los blancos, quizás por la arenga de Mourinho o tal vez por vergüenza torera, pero los madridistas tiraron de garra, mejoraron las conexiones y se acercaron a la meta de Aranzubia mucho más en los cinco primeros minutos de la segunda mitad que en los 45 anteriores. Y en el diez Mourinho ideó un nuevo plan. Triple cambio. Se fueron Marcelo, Essien y Modric. Y entraron Cristiano, Khedira y Özil. En el bando deportivista también se marchó Kaká por lesión y entró Jesús Vázquez.
Comenzó un nuevo partido en Riazor. Con un Real Madrid con ganas de lavarse la cara y con Cristiano en el campo, que suma mucho por lo que él hace y por lo que mejora al resto. Mejoraron Callejón, que pasó a ocupar el lateral izquierdo, Higuain y sobre todo Kaká. Cristiano sacudió a los suyos y asfixió a los deportivistas, que empezaron a mirar al reloj con ganas de que llegase el final. Las oportunidades madridistas no tardaron en llegar. Cristiano tuvo dos en tres minutos. Pero el primer gol llegó de la botas de Kaká, mucho más activo después de los cambios. El brasileño igualó la contienda con un fuerte tiro desde la frontal del área. El segundo lo hizo Higuaín después de un regalo dentro del área pequeña de un generoso Cristiano Ronaldo.
Demasiado castigo para un Deportivo que zarandeó al Real Madrid en la primera parte y demasiado premio para un Madrid al que entonó la entrada de Cristiano Ronaldo. Los blancos terminaron con diez por la expulsión de Di María, que vio la segunda amarilla ya en el tiempo de descuento.
Y ahora sí, a pensar en el partido del martes en el Camp Nou.
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