Un Real Madrid más pendiente de Old Trafford y más tranquilo tras su asalto al Camp Nou el pasado martes en Copa, y un Barcelona con una holgada distancia de puntos con respecto a su rival en Liga, provocaban que presenciáramos uno de los clásicos más descafeinados de los últimos tiempos.
Mourinho optó por rotar pensando en el desafío que tienen que afrontar los madridistas el próximo martes en Champions y sacó un once con los menos habituales. Crisitano, Özil e Higuaín empezaban el partido desde el banquillo. El Barcelona, que afrontaba el duelo con ganas de tomarse la revancha y con la necesidad de recuperar su imagen, salía con Villa en el ataque para acompañar a Messi.
Arrancaba el partido con un buen ambiente y un día primaveral que acompañaba al espectáculo en la capital. Pepe, para sorpresa de todos, inició el encuentro de medio centro. Este movimiento táctico bien puede significar que Mourinho ya haya escogido la pareja Varane-Ramos como centrales titulares para los próximos compromisos.
En los primeros compases el Madrid presionaba la salida del balón de los visitantes, que en defensa mostraban los mismos síntomas negativos que en días anteriores. Así, cuando apenas llevábamos cinco minutos de juego, Benzema cogió la espalda a la defensa para hacer el primer tanto del encuentro. El francés remató a placer un centro perfecto del canterano Morata.
El Barcelona no se puso nervioso y decidió sobreponerse al golpe como mejor sabe: manteniendo la posesión de balón en busca de espacios para superar la ordenada defensa del Madrid. Y en el ecuador de la primera mitad, Messi aprovechó un buen pase entre líneas de Alves para empatar el partido. El argentino no se puso nervioso, se acomodó el balón y batió a Diego López para marcar su gol número 39 en Liga.
Pasaban los minutos y el equipo azulgrana se iba haciendo poco a poco con el control del partido. Sin embargo, los azulgranas mostraban demasiados despistes en defensa y el Madrid era capaz de crear peligro sin elaborar demasiado sus jugadas. El canterano Morata tuvo una ocasión de lujo para adelantar de nuevo a los blancos tras un centro de Modric, pero el remate se le marchó al lateral de la red.
Así llegábamos al descanso de una primera parte, sin duda, tediosa. El ambiente y la intensidad del encuentro bien podía ser el de un evento veraniego, lo que provocaba que se convirtiese en soporífero por momentos.
Cristiano Ronaldo entró en la segunda mitad
Se iniciaba la segunda mitad sin atisbo alguno de que el ritmo del partido fuera a cambiar. El Barcelona había salido de los vestuarios con más autoridad y conseguía acercarse al área con cierto peligro, pero Varane, en un estado de forma excpecional, conseguía cortar cualquier balón peligroso.
Mourinho decidió dar entrada a Cristiano Ronaldo para que el portugués disfrutara de treinta minutos. Nada más salir provocó una amarilla para Piqué e hizo intervenir a Valdés en un magnífico lanzamiento de libre directo. El Barcelona parecía conformarse con el empate, ante un Madrid que tenía la cabeza en Europa, y se arrepentiría de ello.
Cuando restaban diez minutos para el final, Ramos adelantó a los blancos con un gran remate de cabeza a la salida de un córner botado por Modric. Lo cierto es que el Madrid pudo adelantarse antes el marcador, pero Valdés le ganó un mano a mano a Morata. El Barcelona tendrá que buscar muy bien en el mercado para encontrar un guardameta de la talla de Valdés.
Dejó el gol tocado al Barcelona, que a punto estuvo de encajar el tercer tanto. Cristiano Ronaldo disparó una falta perfecta, pero el balón se estrelló en la mismísima cruceta.
No acabaría el partido sin polémica y es que, al fin y al cabo, un clásico es un clásico. En el minuto 93 Adriano se adentró en el área y Ramos cometió un penalti que vio todo el mundo excepto el colegiado del encuentro. No dio tiempo a nada más y el Madrid venció por segunda vez consecutiva al Barcelona. Los de Mou cogen moral de cara al martes, mientras que el Barcelona tiene mucho que mejorar si no quiere caer eliminado en Champions.
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