Barcelona y Real Madrid disputarán este sábado uno de los Clásicos más descafeinados de los últimos tiempos. Pese a la gran rivalidad los blancos jugarán el partido con la mente puesta en el partido de Champions League ante el Manchester United y el mayor aliciente será ver si los azulgranas pueden devolver ante el Bernabéu la humillación que recibieron en Copa.
Desde la temporada 2007-2008 no se jugaba un Real Madrid - Barcelona con los dos conjuntos separados por una distancia tan grande en la Liga. Aquel equipo de Schuster ya se había alzado con el campeonato y recibía a un equipo azulgrana que andaba tercero en la tabla a siete puntos del entonces segundo, el Villarreal, intentando acabar lo más dignamente la temporada. El partido no tenía entonces demasiados alicientes deportivos pero sí el morbo de ver como el Barcelona hacía el pasillo al Real Madrid en su estadio.
Mourinho ya ha demostrado en el pasado que no le importa sacrificar un clásico cuando tiene objetivos mejores por delante. Hace dos temporadas recibió su Real Madrid a los azulgranas en Liga teniendo la final de Copa del Rey a la vuelta de la esquina. Una victoria de los blancos habría apretado el campeonato liguero, pero el técnico portugués prefirió un planteamiento conservador en aquel partido y arriesgar en la Copa con el resultado ya conocido, el Real Madrid se alzó con aquel trofeo en Valencia.
El entrenador del Real Madrid ha logrado que moralmente las fuerzas estén igualadas y con la eliminación del conjunto azulgrana el pasado martes se ha ganado el derecho a incluso perder en casa ante el máximo rival. Una semana después de remontar una eliminatoria en contra por los goles en contra, Mourinho tendrá que repetir gesta y reservar a buena parte de los héroes del Camp Nou no parece descabellado.
Sin embargo, el equipo de la Ciudad Condal no tendrá el compromiso europeo hasta dentro de dos semanas. Tras la debacle sufrida en el Camp Nou y teniendo que remontar un resultado muy desfavorable, el encuentro del Santiago Bernabéu se presenta para los de Roura como una de las últimas oportunidades para salir del bucle de malos resultados y coger confianza para la finalísima ante el Milan.
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