En 45 minutos el Real Madrid pudo descender a los infiernos. Con hasta cuatro goles por delante en la eliminatoria, los blancos acabaron sufriendo en el Türk Telekom, muy caliente en una segunda mitad de ruido y gritos de remontada histórica. El Madrid se marchó 0-1 al descanso y recibió tres goles que alteraron la vida de los más tranquilos. Existió la relajación y el Galatasaray, que estaba muerto, soñó con lo que parecía imposible. En el 92' Cristiano, que había marcado el primero, firmó el definitivo 3-2.Social Media for Business here
La sesión de baño turco de la primera parte acabó convirtiéndose en una pesadilla de la que el Real Madrid se despertó a tiempo. Los blancos se pasearon hasta el descanso, y nadie sabe lo que pudo ocurrir en uno y otro vestuario en ese momento. Eboué empató y avisó de lo que estaba por llegar. El disparo, lleno de rabia, encendió un encuentro que estaba pasado por agua.
Después, en un minuto, marcaron Sneijder y Drogba, y dicen que aparecieron llamas cerca de los jugadores del Real Madrid, desconcertados. Quedaban todavía unos 20 minutos y fueron un sufrimiento hasta que volvió a marcar Cristiano Ronaldo. Él no vendió su alma al diablo.
Nadie hubiese podido imaginar lo que pasó en Estambul después de la primera mitad. Al Madrid no le hicieron ni cosquillas en ese tiempo y nadie, ni el más malo del lugar, hubiese presagiado lo que estaba por venir. En esos primeros cuarenta y cinco minutos el Real Madrid estuvo como en el jardín de su casa por el césped del Türk Telekom. Mucho gritaron en la grada los pasionales aficionados del Galata, pero el que más lo hizo fue Cristiano antes del descanso. El de siempre fue el que apareció en boca de gol para embocar un pase de Khedira.
Menos mal que está CR
El Galatasaray no metió miedo hasta la frontera en la que demostró que la distancia entre el cielo y el infierno está más cerca de lo que parece y parecía. Hasta ese escenario, los turcos no tiraron a portería hasta la media hora y el Madrid vivió en un sofá. En la segunda mitad, el partido saltó por los aires.
La lesión de Essien, en el 30', provocó la entrada de Arbeloa, que completó el peor encuentro de su carrera. Lo corroboró viendo dos amarillas consecutivas en los últimos minutos, La segunda por insinuarle al árbitro que estaba loco. El colegiado, el francés Stephane Lannoy, le mandó a la calle antes de tiempo. Él vivió en sus carnes el sufrimiento blanco según fueron llegando los goles otomanos. El de Eboué, el de Sneijder, el de tacón de Drogba. También hubo otro de Cristiano, que ya ha metido más tantos en la Champions que Di Stéfano. Sin él, el infierno sí existe. Sin él, qué pudo ser del Madrid.
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