¿Cómo le va la vida?Social Media for Business here
Tengo la Academia Gheorghe Hagi, con 300 chavales, 30 de ellos colocados ya en las diferentes categorías de la selección. Empecé hace cuatro años. Hemos subido a un equipo de Tercera a Primera. La media de edad es de 21 años y el 70% de la plantilla es de la academia.
Usted salió de un equipo del régimen comunista, ¿no?
No, no... ¡El Sportul Studentesc! Era simplemente un equipo de estudiantes. El hijo menor de Ceaucescu era el Presidente de Honor, eso sí. Jugué allí hasta los 21 años. Quedábamos terceros, cuartos... y había tres o cuatro internacionales. El presidente actual de la federación era el '9' de aquel equipo, Mircea Sandu. Y me acogió muy bien entonces. ¡Era el jefe, como ahora!
¿Cómo fue su infancia?
Soy de un pueblo realmente pequeño. Mis padres trabajaban el campo. Una familia normal. No entraba en casa. Diez horas fuera con el balón. Entonces mis padres decían: "¡Entra en casa!". Ahora los padres decimos: "¡Sal un poquito ya y deja el ordenador!" (Risas).
¿Quién le llamó el Maradona de los Cárpatos?
Fue en Italia...
Pues yo diría que, por la pinta, se parece más a Puskas.
En mi debut con el Madrid en un amistoso en Alicante marqué. Todo el mundo me sacó el parecido con Puskas. ¿Excesivo, no? Aunque es un orgullo.
¿Quién le enseñó a pegarle al balón?
Pues el primer entrenador que tuve de los 10 a los 14 años. Bukofi. ¡Un húngaro! Vio que tenía calidad y me enseñó varios golpeos, con rosca, con el empeine... Me tenía horas y horas pegándole al balón y cogí un gran automatismo.
¿Quién fue su primer ídolo?
Cruyff en el Mundial del 74. El Fútbol Total. Ahí empecé a ver fútbol con nueve años.
¿Por televisión?
Recuerdo ver aquel Mundial en una tele en blanco y negro, todos reunidos en un pequeño salón. Además, Cruyff jugaba entonces en un Ajax entrenado por un rumano, Kovacs.
Usted salió de Rumanía en el 90 y el régimen cayó en el 89. ¿No pudo salir antes?
No puedo mirar atrás. Fui internacional desde los 18 años, he jugado en Madrid y Barça. A los 37 años aún jugaba los octavos en la Champions...
Su primer gran equipo fue el Steaua. ¿Cómo era?
Llegué justo después de que ganaran la final de la Copa de Europa al Barça, en Sevilla. Estaban Duckadam, Belodedici, Balint, Piturca... Un equipazo. Tras mi fichaje llegamos a la semifinal de la Champions en el 88 y a la final en el 89, pero nos barrió el Milán de Sacchi. Sólo pudimos ganar la Supercopa de Europa, en la que yo marqué, y tres Ligas, tres Copas... Y después me fui al Madrid.
¿Cómo fue su fichaje?
Mendoza me citó en un hotel de Bucarest. Tardé un minuto en decirle que sí a aquel hombre tan elegante. Era un padre. Pero un día me dijo: "Si ganamos la Liga o la Copa renuevas. Si no, olvídate".
¿Y qué pasó?
Pasó la Liga de Tenerife, en el partido marqué un gol de falta y luego me cambiaron, y la final de Copa que perdimos en el Bernabéu con el Atlético. Y pasó que me tuve que ir.
¿No se sentía usted celoso de la relación que tenía Mendoza con la Quinta?
¡Nunca! Me trataron bien. Sanchís, el Buitre, Míchel, Hierro, que era joven como yo...
¿Con quién dormía en la habitación?
¡Con Hugo! Y después con Chendo, que sí que me ayudó. Me llevaba a pasear con su familia a enseñarme la ciudad.
¿Recuerda su mejor gol con el Madrid?
El de Osasuna, desde el centro del campo, fue importante para demostrar la calidad que tenía. También el hat-trick al Athletic. La verdad es que mi segundo año fue bueno.
¿Se sintió incomprendido en España?
No. Sólo tengo la espinita clavada de aquella renovación. Luego volví, al Barcelona. Allí, después del Mundial del 94, tuve hasta siete lesiones musculares. Pero también metí un gol desde el centro del campo. ¡Para dejar a las dos aficiones contentas! En el Madrid aprendí, después del comunismo, lo que significaba un equipo competitivo donde cada día tenías que ser el mejor. Y en el Barça una filosofía de juego.
La de Cruyff, su ídolo. ¿Se le cayó el mito al conocerle y trabajar con él?
Nunca. Tenía mucha personalidad, sí. Si eras profesional, te lo ganabas. Él creó el concepto con el que este Barça de ahora está deslumbrando y que ya tiene más de veinte años.
¿Cómo consiguió vivir una segunda juventud en el Galatasaray?
Llegué con 31 años. Todo el mundo dijo: "¡Ha llegado el viejo!". Pero metí una cláusula en el contrato por la que, si ganábamos un título europeo, me llevaba un buen dinero. Y callé todas las bocas. Ganamos la UEFA y luego la Supercopa al Madrid. Se quedaron mudos. Me dijeron: "¿Cómo pensaste que un equipo turco podía hacer eso?".
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Eso no era lo importante. Lo importante era la mentalidad.
Llegó allí con Terim, ¿no?
Hubo un momento en el que él dijo: "Estoy dispuesto a pagar parte del traspaso para que venga". Esto es cierto, ¿eh?
¿Lo conocía de antes?
De nada... Estaba enamorado de mi juego. Juntamos mi experiencia, la de Popescu y Taffarel con buenos jóvenes. Había trece jugadores del Galatasaray con Turquía en el Mundial de Corea. Fueron terceros.
¿Tienen posibilidades ahora ante el Madrid en cuartos?
El Madrid está ahora muy fuerte. Lo tiene difícil, la verdad. Pero ahora han invertido en dos jugadores muy importantes, Drogba y Sneijder, que espero que sea para el Galata ahora lo que fui yo cuando llegué.
¿Cómo juega el Galatasaray?
Juega como el Madrid, mejor a la contra. Gana más partidos en casa que fuera. En Champions ha perdido sólo en Manchester, pero jugó mejor que el United. Del centro del campo para arriba son muy buenos. Luego, como el Madrid, también está preparado para tener la pelota, como cualquier grande.
¿Tiene un favorito?
Puede ser el año del Madrid. Ya pasó otras veces, problemas internos, mal en la Liga, y bien en la Champions. En sus últimos partidos con el Barça le vi muy superior.
¿Le gusta ahora más el Madrid o el Barça?
Son dos estilos diferentes llevados al máximo nivel. El Madrid tiene más fuerza y velocidad, el Barça más posesión y jugadores más finos en el pase. Yo tengo el corazón partido. Veo todos los Clásicos con Popescu, que es mi cuñado, en casa. Él me pica: "¡Tú eres del Madrid y yo del Barça!". Y yo le digo: "Mi diferencia contigo es que yo nací primero y, además, que jugué en los dos grandes y tú sólo en uno".
¡Es cuñado de Popescu!
No, él es cuñado mío (risas). Está casado con una hermana de mi mujer. Se conocieron en la etapa en la que coincidimos en el Barcelona.
¿Qué hace Popescu ahora?
Está en Rumanía, con sus bussiness (negocios). Y preparándose para ser presidente de la federación. Aún disfrutamos recordando nuestra etapa en España. Yo, por partida doble.Social Media for Business here
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