El portugués José Mourinho llegó a ser un manager omnipotente en el Real Madrid, pero su volcánico paso por el banquillo del club blanco terminó en la impotenciaSocial Media for Business here
| 20.05.2013 | 21:01h
"Lo más bonito, bonito, bonito no es entrenar o jugar en el Real Madrid. Lo bonito, bonito, bonito es ganar en el Real Madrid, y esa es mi motivación", dijo el luso en su primera rueda de prensa como entrenador del equipo madrileño, a fines de mayo de 2010.Tres años después, Mourinho abandona el club sin lograr la gran meta que le condujo a la capital española: ganar la Liga de Campeones con el club blanco.En el camino, generó incendios en todos los rincones de la institución, despidió empleados de diferentes ámbitos y escalas jerárquicas, se enfrentó a jugadores "intocables" y dividió a afición y prensa entre fieles y traidores.
Un Mourinho que logró tomar el poder absoluto del departamento de fútbol a lo largo de las tres temporadas, finalizó su ciclo con un saldo de apenas tres títulos: una liga, una Copa del rey y una Supercopa de España.Si bien valieron para dejar en el olvido siete eliminaciones consecutivas en octavos, las tres semifinales perdidas en Champions fueron una losa demasiado pesada.La escasez de títulos de trascendencia hundió al propio entrenador en una espiral de contradicciones, caprichos narcisistas y conflictos con cada una de las cuatro patas de la estructura del Real Madrid: jugadores, afición, dirigencia y prensa.
"Cuando se valora mi trabajo, no se valora nunca en términos absolutos, sino en función de lo que he conseguido. Y por eso la culpa es mía, he ganado tanto, tanto, tanto que las expectativas son demasiado altas", aseguró el entrenador, pocos días después de haber perdido las semifinales de Champions 2013 contra el Borussia Dortmund.
El gran objetivo de Mourinho en su llegada al Real Madrid no consistía en destronar la hegemonía del Barcelona de Josep Guardiola, sino que respondía al modus operandi de su trayectoria como entrenador: arribar a un club que atraviese un largo período de frustraciones con algún título en cuestión y convertirse, luego, en héroe.Mourinho llegó al Porto y lo hizo campeón de la Champions después de 17 años; Mourinho llegó al Chelsea y lo condujo a su primer título de la liga inglesa después de 50 años; Mourinho llegó al Inter y lo coronó campeón de Europa después de 45 años.
Sin embargo, Mourinho llegó al Real Madrid y fue incapaz de conducirlo a su décimo título de la Liga de Campeones, gloria que se le muestra esquiva al equipo blanco desde 2002.El Real Madrid tenía conocimiento en su momento de la personalidad explosiva del entrenador portugués, aunque posiblemente jamás imaginó que un técnico podría generar tal revuelo en los hinchas, a los que dividió en corrientes "mourinhistas" y "antimourinhistas".
En el medio de todo, el portugués logró que el argentino Jorge Valdano, mano derecha del presidente Florentino Pérez, se quedara fuera del proyecto un año después de su llegada. También despidió al médico Juan Carlos Hernández, quien llevaba una década en el club, y hasta le mostró la puerta de salida al cocinero, Chechu.El torbellino luso también caló hondo, como era de esperar, en la plantilla del Real Madrid. En su principio convenció a los jugadores de que los enfrentamientos contra el Barcelona se trataban poco menos que de una guerra, condenó a Iker Casillas después de que el portero llamara a Xavi Hernández para calmar las aguas entre los futbolistas de los dos equipos más grandes de España y gestionó fichajes polémicos como los 40 millones de euros pagados por el lateral Fabio Coentrao.
El descalabro del técnico en el Real Madrid fue tal que hasta jugadores como Cristiano Ronaldo o Pepe, quienes fueron aliados fieles en las primeras dos temporadas, terminaron por cruzar de vereda y mostrarse en las antípodas de su proyecto.A lo largo de los tres años, el portugués no pudo encontrar en la plantilla del Real Madrid a su Didier Drogba del Chelsea o a su Wesley Sneijder del Inter, quizás sus dos "hijos adoptivos futbolísticos" más resonantes.
Su postura inquebrantable, su exigencia de fidelidad absoluta e incondicional por parte de la plantilla, su alto contenido emocional en la gestión y la relación tensa constante con la prensa confirmaron, una vez más, que Mourinho es un entrenador de procesos cortos, pero intensos.Social Media for Business here
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