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Los parones de dos semanas con motivo de los partidos de selecciones nacionales no suelen hacer mucho bien al Real Madrid. Habitualmente, regresan lesionados o 'tocados' algunos de sus futbolistas. Daños colaterales, conocido como Virus FIFA, de una plantilla de estrellas. Y, además, tantos días sin competición originan debates de todos los colores. Principalmente, los que nacen a colación de ciertas declaraciones de algunos internacionales blancos o del propio entrenador, como ha ocurrido en estos últimos días con la entrevista de Mourinho en la RTP, televisión pública portuguesa. Sus palabras han recrudecido más que nunca el 'enfrentamiento' más insensato que un servidor haya visto en 30 años de vida entre hinchas del club blanco.
Hoy, el madridismo se vive en bandos o no se vive. O se es de Mourinho o no se es. O se es de Casillas o no se es. O se es de Ramos o no se es. Estás en un lado o en el otro. Y estés donde estés, no concibes más que antimadridismo en el lado contrario. Traición a los colores. Deshonor al escudo, a la camiseta, al equipo, al club. Hoy, el aficionado del Real Madrid no puede ser aficionado del Real Madrid. Sí, del Real Madrid. No puede vibrar con las alegrías y los triunfos de su equipo ni desilusionarse con las decepciones y las derrotas. Hoy, el aficionado del Real Madrid ya no puede ser hincha del mejor equipo del siglo XX. Ahora, el aficionado del Real Madrid debe ser un 'soldado' y 'alistarse' en uno de los dos ejércitos: el 'promourinhista' (el que defiende que toda y la única verdad va de la mano y de la boca del entrenador luso) y el 'antimourinhista' (el que defiende que toda y la única verdad va de las botas y de las bocas de Casillas y Ramos).
Hoy, ya no importa disputar una final de Copa del Rey o estar a cinco partidos de lograr 'La Décima'. Ni tampoco haber 'dejado' escapar la Liga en diciembre ante un rival que no ha demostrado ser mejor. Hoy, lo importante es situarse en un bando y defenderlo con sangre propia. Defenderlo más que a tu propia familia. Que a tu propia vida. Todo vale en este conflicto. Todo está legitimado con tal de dejar el honor y el orgullo de un bando por encima del otro. Para los 'mourinhistas' si osas criticar al luso eres un judas de la causa merengue. Para los 'casillistas' y 'sergioramistas' si pones en duda el madridismo de ambos eres el mayor hipócrita del mundo. No hay término medio. Sí, ése donde suele estar la virtud. Hoy, en pleno siglo XXI, en el año 2013, o eres del Real Mourinho o eres del Real Casillas/Ramos. O estás conmigo o estás contra mí. Ser del Real Madrid está sobrevalorado.
Miren. Mourinho, Ramos y Casillas estarán en el Madrid lo que tengan que estar. Más pronto o más tarde acabarán marchándose. Y vendrán otros. Como sucedió con Di Stefano, Puskas, Gento, Míchel, Juanito, Santillana, Butragueño, Martín Vázquez, Roberto Carlos, Raúl, Figo, Zidane, Ronaldo, Miguel Muñoz, Molowny, Beenhakker, Toshak, Valdano, Del Bosque, Capello… Como toda la vida durante 111 años. Los jugadores y los entrenadores llegan y se van. Más o menos temporadas. Con más o menos éxito. Dejando un mejor o peor recuerdo. Pero pasan. Y todo vuelve a empezar con nuevos nombres y apellidos. Eso sí, el que nunca desaparece es el Real Madrid. Una institución centenaria modelo. Con más o menos aciertos. Con mejores o peores momentos. Pero con una masa social que ronda a los 400 millones de aficionados en el mundo. Y con un pasado de más de un siglo de existencia lleno de gloria, orgullo de medio mundo y envidia de la otra mitad del planeta.
Llámenme ignorante, ciego o lo que gusten. Pero, sinceramente, toda esta absurda 'guerra civil' aburre. Y bastante. Y creo que también hastía a los aficionados madridistas, y muchos, cientos de miles diría yo, que hay en todo el mundo y que siguen siendo del Real Madrid. Porque sí, aunque no lo parezca, hoy se puede ser todavía fan del Real Madrid, y no de jugadores o de entrenadores. Aunque este tipo de aficionado no haga ruido y esté ahíto de tan 'surrealista' disputa, ese hincha sigue estando ahí. Pase lo que pase. Y siempre lo estará. Y, posiblemente, sea el más fiel de todos. Pero insisto. Ni quiere, ni pretende tener su minuto de gloria en esta batalla. Sigue riendo y llorando por 'su' Madrid. Y ni ésta, ni cualquier otra 'guerra' interna le privará de este privilegio. Sencillamente, hay batallas que no se pierden, simplemente terminan. Y ésta será una de ellas. Afortunadamente.
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