Otros días, ante el Bilbao, por ejemplo, tocó el Real Madrid brillante, el que agitó los asientos del Palacio de los Deportes, el que venció pronto con minutos y minutos dedicados tan sólo al espectáculo. En alguna ocasión, como frente al Fenerbahçe el viernes, hubo que irse al barro, sin espacios, batalla bajo los aros, trabajar los minutos de brillantez que llegaron al final, momentos para correr y sentenciar con un parcial raudo. [Estadísticas: 94-79]
En la matinal del domingo, ante el CAI Zaragoza, el conjunto de Pablo Laso sólo debió ser paciente, muy paciente. Enfrente se le plantó un conjunto muy similar, con un juego, como el suyo, basado en un juego exterior muy, muy móvil, con sólo una referencia en el juego interior. Diferencias, sí, las había, la existencia de talentos como Carroll, Mirotic y Rudy por un bando, la falta de amor por los contraataques y las penetraciones de los aragoneses (excelentes en el tiro a media distancia), y la excelsa intensidad defensiva local a tirones.
Pero, pese a ello, el partido requirió excesiva calma. Aparecieron los visitantes, en puestos de Copa del Rey, con una fiabilidad simple, escandinava. Mayoría de rubios en pista, no fallaron un lanzamiento hasta el ecuador del primer cuarto y, contra ello, difícil romper el encuentro de entrada. El Madrid contrarrestaba de forma simple, con Jaycee Carroll desde el triple, sin poder correr dada la eficiencia en el pase y el tiro rival, esperando errores. Éstos no aparecieron hasta poco antes del descanso.
Antes, eso sí, se pudo ver el debut de Rafael Hettsheimeir en la Liga Endesa contra su ex equipo. Partió de inicio, jugó siete minutos y estaba como que no estaba. En defensa, Henk Norel, un pivot de la dureza de Mirza Begic con tres o cuatro centímetros menos, le mareó mientras en ataque nadie le echaba un ojo para ver si aún seguía ahí. Tocó tres balones, los tres más allá de siete metros para ser una parada apenas innecesaria en tres circulaciones. Laso notó que necesitaba más entrenamientos. No volvió a salir.
47-40 se llegó a los vestuarios, decíamos, gracias a los primeros errores maños en tiro y circulación (nueve pérdidas al descanso), a tres-cuatro detalles de Rudy y la mayor incidencia del juego interior blanco con Begic primero y Slaughter y Felipe Reyes después. Y al partir observaba la rotura. El técnico bilbaíno colocó a Sergio Rodríguez en pista, en los últimos partidos sinónimo de parcial favorable, y se superó la barrera de los diez puntos pero ni por esas.
Dos triples del CAI, Pablo Aguilar, aplaudido,de nuevo en el Palacio, lesionado al final, y Van Rossom, cambiaron de nuevo la inercia y, de nuevo, más paciencia, pausa y calma. El Real Madrid siguió a lo suyo, golpes suaves, golpes suaves, aunque continuos hasta que en último cuarto, la remontada visitante ya se antojó imposible. Acabó, cómo no, acercándose a los 100 puntos ante la mejor defensa de la Liga Endesa, hasta este domingo, promediando 66,6 puntos en contra por partido. Diez de diez en la competición doméstica y, como cada domingo, aún más líder.
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