Cada día es más difícil entender cómo funciona la cabeza de José Mourinho. El luso es único dirigiendo equipos, para lo bueno y para lo malo. Ante el Levante volvió a evidenciar que el luso es único para leer los partidos. Empezó con suplentes, pero en cuanto se le complicó el partido, sacó a sus titulares.Social Media for Business here
Y eso que no hubo demasiadas rotaciones en el once inicial. La principal ausencia fue la de un Cristiano Ronaldo al que se le notaba poco habituado al banquillo del Bernabéu. Pepe, Marcelo, Callejón, Kaká e Higuaín fueron las otras caras nuevas del equipo inicial blanco.
Enfrente estaba el Levante. Un equipo muy bien trabajado que sabía a lo que venía al Bernabéu. Su plan era esperar atrás, bien replegado, dejando al Madrid ese envenenado regalo llamado balón. Los capitalinos debían ser quienes llevaron la manija del partido.
Por primera vez en mucho tiempo, en la Castellana se vio un juego de toque rápido, de aperturas a bandas y de desmarques por el centro y por los costados. Hacía mucho tiempo que el Madrid no superaba el 70% de posesión de balón. Empero, ninguno de los teóricos suplentes aprovecharon la oportunidad y volvieron a darle razones a Mourinho para que siga dejándoles en la banda en partidos importantes.
El técnico luso parece que cada vez da menos crédito a sus jugadores menos habituales. En cuanto Míchel marcó el gol inicial, el luso se giró a su banco y mandó calentar a Cristiano Ronaldo y a Di María. Ninguno de los dos, eso sí, fue el revulsivo del partido. Antes del descanso Higuaín y Kaká, desde el punto de penalti, remontaron el encuentro.
Cristiano salió por un Callejón cada vez más defenstrado en el segundo tiempo. Al cuarto de hora el sustituido fue Kaká. Entró Di María. Mourinho no estaba contento con su equipo, que llegaba mucho pero disparaba poco. Para colmo, la mayoría de tiros acabaron en las gradas.
Con Cristiano y Di María el Madrid ganó velocidad, desborde y verticalidad, características propias de todo equipo de Mourinho. Cristiano, por supuesto, marcó. Más tarde salió Özil, al que se le encendió la bombilla y acabó con el partido en un par de acciones que finiquitaron el partido con un excesivo 5-1.
La bronca de Xabi Alonso a Ronaldo, Benzemá e Higuaín por no bajar a defender en la segunda parte fue la imagen de un partido mediocre del Madrid, que ganó por casta, por ganas, por calidad, pero que jugó al ralentí, con la cabeza en Turquía.Social Media for Business here
Link
0 comentarios:
Publicar un comentario