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domingo, 19 de enero de 2014

Cuatro apellidos del Betis-Real Madrid - Diarios de Futbol

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Ayer vi el Betis-Madrid en un bar malagueño llamado “Be Happy”. El nombre del antro es siniestro si pienso en ese equipo desdibujado, temeroso y frío que Garrido sacó ayer al césped. Salvo Baptistao, que juega con desparpajo y parece que aún no es un infectado, el resto del once estaba apático y parecía abocar a un final tristísimo como es el descenso. El partido no tuvo historia, fue un abuso de patio de colegio. El Real Madrid no necesitó hilar jugadas para golear, se limitó a tirar de lejos, aprovechar la torpeza defensiva del club sevillano y adelantar las líneas lo suficiente para que el pelotón bético no encontrara espacios. Ancelotti podría haber estado jugando al Candy Crush en el banquillo y el resultado hubiera sido el mismo. En cualquier caso, hay varios nombres que merecen un comentario más extenso y algunas pinceladas malintencionadas con mi reflexión:

Andersen. He visto poquísimo de este portero, pero nunca me había parecido tan malo como ayer. El intangible en la portería es la tranquilidad de los defensas. No sólo vale con sacar dos o tres buenos “mano a mano”. Un buen portero ordena a los suyos, les saca los balones por arriba, se anticipa a los balones en profundidad o tapa su palo en las faltas. El primer gol de Cristiano es imparable pero el lanzamiento de falta de Bale y la actitud del danés, estático primero y echándole la culpa a la visibilidad es de tener muy poco respeto por el trabajo de sus compañeros. El Betis es un “sálvese quien pueda” y da la sensación de que el guardameta danés lleva con las maletas hechas un mes. Sara, suplente ayer, no me da garantías en lo que le he visto jugar, pero no creo que roce si quiera el pasotismo que el internacional danés irradiaba contra el Madrid.

Garrido. Las pitadas a un entrenador no son argumento para la destitución. Seguro que los mismos que ayer pedían el retorno bajo palio de Mel en su día lo pitaron cuando el equipo no carburaba en Liga. Lo que sí está claro, tratando de ser objetivos, es que el Betis no sólo no ha mejorado con el cambio de entrenador sino que ha empeorado. Un punto de quince posibles en Liga y eliminado de la Copa del Rey, si mis cálculos no fallan, es un balance que tiene más de repulsivo que de revulsivo. La idea párvula de acumular hombres de ataque, de buscar la verticalidad como jinetes de Rohan sin un plan, sin una estrategia, a las bravas, poco puede ayudar a un equipo como el Betis acostumbrado a tocar el balón con cierto criterio. Garrido está superado por el ambiente, es incapaz de motivar a una plantilla cariacontecida que corre hacia el interior del túnel en vez de dirigirse, aunque sea torpemente, hacia la luz salvadora.

Modric. Como no quiero ser ventajista, hablaré mal del croata precisamente hoy, tras ver uno de sus mejores partidos con el Madrid. Ayer, sin más compañía que mi café y el partido, busqué compañía futbolera en el grupo de whatsapp que compartimos los editores de DDF. Hilo en el que raramente se habla de fútbol, dicho sea de paso, salvo excepciones como la de ayer. Critiqué a Modric por lo siguiente: creo que es un jugador que equilibra, sin duda, pero el centro del campo del Madrid tiene que desequilibrar. Su pareja, Xabi Alonso, ya se basta el sólo para juntar las líneas, apaciguar los ataques y ordenar las transiciones. ¿Cuál debería ser la labor de Modric? Yo creo que jugar más arriba, canalizar los contraataques y buscar a Bale y Di María más que al propio Cristiano Ronaldo. Modric me parece un jugador intrascendente. Correcto pero no necesario, prescindible cuando está Khedira. El peso ofensivo, creativo y organizativo del Madrid lo está llevando, por galones y capacidad, Cristiano Ronaldo. La posición de Modric entonces, ¿para qué sirve? De cara a lo que queda de campeonato yo creo que, viendo las labores de Ronaldo, la posición de Modric la ocuparía con un jugador de corte más defensivo, un Khedira algo más talentoso, o aquel Illarramendi que quería Ancelotti y que –de momento- no está encontrando. Los cuatro de ataque se bastan. Bale, Cristiano, Benzema y Di María son la apuesta del Madrid. Modric no es resolutivo así que yo daría un paso atrás, metería un hombre de contención y trataría de frenar las carencias defensivas de un equipo que arriba tiene oro y abajo tiene bronce. Conservador, quizá, pero la alegría no da campeonatos y lo que funcionó ayer con el Betis no tiene por qué funcionar con equipos como el Schalke o el City o el Bayern o el que toque si pasan. La respuesta en el grupo de Whatsapp no fue templada. Cambio de cromos, capricho de madridismo, esas cosas que nos decimos porque somos amigos. Borja Barba fue el que menos simpatizaba con mi crítica a Modric, así que desde aquí le emplazo a compartir un post hablando de él. Él bien, yo mal, por supuesto.

Benzema. Como he criticado mucho a Benzema voy a reconocer que veo bien al francés. Jugar sin presión –no hay un Higuaín que le tosa, sólo Morata cuya labor está siendo intermitente y casi testimonial- le ha venido bien al pusilánime punta francés. Está suelto, le llegan muchos balones, juega –gracias a la caballería que pone arriba Ancelotti- cerca de la portería contrario y los apuros que pasó con Mourinho –que le exigía mucho más que goles- ya son parte del pasado. Ahora Benzema no crea, sólo culmina. Abre espacios, juega entre algodones y encima le dan descanso si el partido va a favor. Un buen momento para él que deberá refrendar en Europa.Social Media for Business here



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